El de Adolfo es un gobierno que llega a la recta final sumergido en la crisis, todo le comienza a estallar, la capital del estado colapsó en sus servicios. En lugar de plantear ocurrencias para generar reflectores, el tema del agua debe someterse a un urgente diagnóstico en el Congreso, es evidente que las autoridades de comunidad fueron rebasadas

Por Edgardo Cabrera

El de Adolfo Escobar es un gobierno que llega a la recta final sumergido en la crisis, todo le comienza a estallar y es evidente la falta de atención para atacar los problemas.

Como ya lo habíamos advertido en su momento, en Atlahapa la pugna por el agua potable se agudizó y, en protesta por la falta de suministro del vital líquido, el lunes un grupo de pobladores hicieron justicia por propia mano al tomar el control del pozo “La Colina” que era administrado por la Capam capitalina.

El gobierno panista fue incapaz, no pudo darle una solución a los inconformes, ni por la vía política ni la legal, y el problema, ahora, se le complica más a Escobar porque pronto aparecerán más inconformes (algo así como 30 mil) de las comunidades de Ocotlán y San Gabriel Cuauhtla que padecen desde el lunes del desabasto por la acción de los pobladores de Atlahapa.

Además, el complejo comercial que construye Liverpool en terrenos de esa comunidad también se encuentra en la mira de los habitantes que no pretenden “compartir” el agua que, dicho sea de paso, es un bien nacional y no propiedad de pequeños grupos de poder que desde hace años hacen su agosto al saquear las arcas y nunca dar mantenimiento a los equipos de bombeo y líneas de distribución.

Los otros…

Pero al anterior, se le suman otros problemas más al edil capitalino. El sistema de recolección de basura colapsó desde hace 2 meses, sólo 3 de 9 camiones funcionan.

En servicios municipales, Felipe Flores culpa a la administración anterior de dejarles en chatarra el parque vehicular, pero aún no entendemos porqué a sabiendas de eso la administración adolfista prefirió destinar recursos económicos a costosos eventos artísticos y bailes populares, dinero que bien se pudo destinar a atender esos pendientes.

Para rematar, las quejas por la proliferación de baches y los malos trabajos para taparlos se multiplican en redes sociales.

En suma, la capital del estado colapsó en sus servicios y, al igual que hace unos meses cuando estalló la crisis de agua potable en Ocotlán y Tlacomulco, parece que el gobierno del Estado le tendrá que entrar para solucionar los problemas.

Urgente revisión

En lugar de plantear ocurrencias para generar reflectores, el tema del agua potable debe someterse a un urgente diagnóstico y análisis en el Congreso local.

El asunto es que no se puede continuar tolerando que las autoridades de comunidades, fiscales o mayordomos de pueblo se encarguen de administrar un bien que, hay que recalcar, no es de ellos, es de la nación.

Las disputas por el agua potable tienden a crecer y el trasfondo de cada conflicto presenta las mismas constantes: desabasto, pozos que se han secado, corrupción en la administración de los organismos operadores, tecnología obsoleta o dañada, así como la morosidad en el pago del servicio.

Está comprobado que en la mayoría de los organismos operados por comunidades y fiscales el poco o mucho dinero que se recibe no se destina para darle mantenimiento a redes y sistemas de bombeo, en reiteradas ocasiones no pagan el suministro de energía eléctrica y, en más de un caso, el recurso va a parar a los bolsillos de una camarilla.

Por lo anterior, resulta inadmisible e incomprensible que desde el Congreso local no se tomen cartas en el asunto para endurecer la fiscalización a esos organismos y trabajar en centralizar con el estado o municipios el servicio mediante una ley de avanzada que garantice el autofinanciamiento, la aplicación de cuotas justas, el abasto y la modernización del servicio.

Ya lo vimos, por la falta de una reforma profunda a este tema, la crisis del agua pasó de las protestas pacíficas a la justicia por propia mano.

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