Eutanasia
4 de julio - 2016

Por Araceli Hernández Tlapale

El tema de la eutanasia es difícil de tratar debido a que nos enfrenta, de manera muy directa, con la muerte, con ese acontecimiento inevitable que nos espera al final de la vida. Además de que existen otras causas que hacen complicada su discusión como son valores personales, por ejemplo, cuando estos se basan en creencias religiosas.

Pero lo que complica más mantener un debate sobre la eutanasia es el desconocimiento sobre el tema y los prejuicios que se tienen sobre esta acción; sin embargo, es importante superar esos obstáculos y hablar de ella como una forma de terminación de vida que algunas personas desearían poder elegir, ante la proximidad de una muerte inminente llena de sufrimientos.

Por lo anterior, es importante señalar que el término eutanasia, procede del griego: eu que significa bueno y thanatos que significa muerte, es decir, buena muerte. La palabra eutanasia se ha utilizado desde el tiempo de la cultura greco-romana para referirse a una muerte tranquila y sin dolor, a la que podemos conceptualizar como “el acto o procedimiento, por parte de un médico, para producir la muerte de un paciente, sin dolor, y a petición expresa de éste”.

Esta definición se inspira en la utilizada en los Países Bajos, donde ha sido necesario establecer muy claramente los límites de lo permitido legalmente desde que se despenalizó la eutanasia, en 1984. Con ella se evita ambigüedad porque especifica: 1) que la acción, que tiene el propósito de causar la muerte, la realiza un médico; 2) que la persona que muere, padece una enfermedad, puesto que es un paciente y, se sobreentiende, que existe una relación entre el médico y él; 3) que la muerte se produce sin dolor, y 4) la terminación de la vida se realiza en repuesta a la petición de la persona que muere.

Para formarse un criterio sustentable de la eutanasia, es importante tomar en consideración la experiencia de otros países donde se ha permitido su aplicación, así nos encontramos con que en los Países Bajos se legalizó la eutanasia después de que se discutió el tema debido a que la doctora Geertruida Postma inyectó a su madre, interna en un hospital, una dosis letal de morfina, notificando a la policía esta situación.

En el juicio se encontró culpable a la doctora, pero solo se le dio una semana de suspensión. Lo importante de esta situación es que la opinión pública expreso su aceptación ante tal acción y numerosos médicos manifestaron haber cometido la misma acción, por esa causa el gobierno reconoció que en la práctica existía la eutanasia debido a la necesidad de la sociedad, dando lugar a un debate que permitió conseguir consensos entre los legisladores, los médicos y la sociedad.

La experiencia de los Países Bajos es una referencia ineludible en el tema de la eutanasia, debido a la manera en que esta nación enfrentó el reto de admitir que, bajo ciertas condiciones, la ayuda médica para morir podía ser aceptable, originándose discusiones para lograr soluciones, tomándose en cuenta a toda la sociedad; aunado a que el gobierno realizó toda una investigación para conocer la frecuencia y la forma en que se aplicaba la eutanasia, así como los casos llevados a juicio, tomando en consideración en cada resolución jurídica y en cada modificación legal que realizaban, aspectos como el sentido de la vida, el sufrimiento humano, los límites de la atención médica y el poder del médico, entre otros.

Otra experiencia a resaltar es la de Oregon en Estados Unidos, donde en 1997, mediante una ley, exclusiva para los residentes de ese estado con enfermedades terminales, permitió el suicidio médicamente asistido, es decir, que un médico puede prescribir a su paciente una dosis letal de medicamentos que el enfermo ingerirá en el momento en que éste considere oportuno, pero sin contar con la presencia del médico, casos en los que aun cuando el paciente ya tiene el medicamento no llega a ingerirlo, le basta con la tranquilidad de que llegado el caso cuenta con ellos.

En Oregon, el Departamento de Salud recibe toda la información pertinente de los enfermos y de los doctores implicados en actos de suicidio médicamente asistido y tiene la obligación de publicar anualmente todos los datos disponibles, así entre 1998 y 2004, un total de 208 pacientes, residentes en ese estado, ingirieron medicamentos para morir con dignidad, lo que demuestra, con el paso de los años, que el número de personas que optan por el suicidio médicamente asistido se ha incrementado muy poco, pues uno de cada 800 enfermos ha elegido esta vía, situación que contradice la opinión de algunos que están en contra de la eutanasia y que consideran que la aprobación de este tipo de leyes aumentaría considerablemente las solicitudes para morir voluntariamente.

El debate sobre la eutanasia también es necesario en nuestro país, porque de igual forma en México hay pacientes que piden a sus médicos que los ayuden a morir, siendo posible que haya algunos médicos que den la ayuda que les piden y apliquen la eutanasia, pero corriendo riesgos enormes porque actúan fuera de la ley; otros no responden al pedido de sus enfermos, quienes se ven privados de la única ayuda que pueden recibir.

Pero para determinar como sociedad si la eutanasia es una opción de terminación de vida, ética y legalmente aceptable, para quienes la elijan se debe dar respuesta a muchas inquietudes como qué criterios deben cubrirse para determinar su aplicación, si sería con la ayuda del médico o como un suicidio médicamente asistido, qué pacientes podrán recibirla, qué procedimiento se debe establecer antes y después de su aplicación, qué necesitamos hacer para garantizar una práctica que busca respaldar los derechos de todas las personas hasta el final de su vida, entre otras muchas interrogantes que existen y que es importante y necesario que sean debatidas en nuestro país.

* Defensora de Derechos Humanos de la Comisión Estatal de Derechos Humanos