Mi querido Papá
13 de junio - 2016

ranulfo_rojas

Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

No puedo dejar de sentir la nostalgia cada vez que tengo en mi mente a mi papá. Hace ya diez años fallecido pero presente como si fuera ayer. La frase del Evangelio colocada en su lápida “yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos” elegida personalmente y sabedor del gran significado que tendría desde ese día me hace tenerlo siempre presente. Sigue siendo mi compañero y confidente, sigue animándome en lo que emprendo, sigue siendo mi fuerza para seguir adelante. Continuamente están en mi mente sus enseñanzas del hombre que jamás se rindió, que nunca aceptó su pobreza con resignación, que siempre luchó por salir adelante a costa de su trabajo y de vivir bien. Porque siempre fue un hombre honesto y trabajador, nada tuvo por la tranza ni la vida torcida.

Recordar al hombre que desde niño comenzó a trabajar porque se negaba a sufrir hambre, se negaba a vivir con harapos y a ver cómo su madre y hermanos pasaban carencias. Al hombre niño que renunció a los juguetes para tomar las herramientas y al llegar su raya sentirse orgulloso de llevar una bolsa de mandado llena de comida para su casa. Disfrutar con la sonrisa en los labios de ver a los hermanos satisfechos con la comida.

Recordar al niño hombre que se abrió a la vida y no se rindió jamás, que supo lo que es pobreza, lo que es sentir hambre, que sin estudios logró aprender más que muchos leídos. Que supo ganarse el respeto de gente con más posibilidades económicas y que jamás se sintió menos ante nadie. Porque siempre fue poderoso, siempre mostró firmeza y siempre enseñó que por encima de todo está el orgullo y la dignidad. Que nunca nadie podría pisotearnos y no deberíamos dejarnos de nadie porque él nos había enseñado a luchar.

Cuando mis miedos me asaltan ahí está el hombre firme con su mirada penetrante mirando a lo profundo de mi, con su cigarro en los labios, esos labios carnosos heredados a cada uno de los hermanos que nos recuerdan quiénes somos y de dónde venimos, mirándome y diciéndome: “no olvides lo que te enseñe” y entonces me salen las fuerzas para seguir luchando para no rendirme porque jamás me enseñó a rendirme, porque de él aprendí a morirme en la raya, a luchar por encima de mis fuerzas.

Cuando tengo momentos de pesar e incertidumbre, cuando me asaltan las dudas, ahí está mirándome, aún percibo el aroma de su cigarro y me sigue dando seguridad. Me hace recordar que no estoy solo, que siempre estará conmigo, que siempre estará cuidándome y entonces surgen las convicciones, surgen los recuerdos de sus enseñanzas, de las veces que me decía que soy su orgullo, su primogénito, cuando miraba al infinito con mirada penetrante y profunda como queriendo llegar alcanzar lo inalcanzable. Él me enseñó a ser profundo y reflexivo, a ser luchador y guerrero, a no conformarme ni a resignarme. En él siempre vi al hombre fuerte y poderoso, que era capaz de trabajar más allá del cansancio, al hombre profundamente religioso que se metía en su oración y como siempre le decía a Dios: “te pido por cada uno de mis hijos” y comenzaba a pedir por cada uno de nosotros, especialmente por aquello que sabía que cada uno necesitábamos. Por mí siempre me dijo que pedía a Dios que me cuidara donde quiera que anduviera. Así ha sido, Dios me ha cuidado donde quiera que ando y desde que físicamente nos dejó mi papá hoy también él me cuida donde quiera que ando.

También me enseñó a reír, a sentirme satisfecho de cada logro, a sentirme orgulloso de aquello que había conseguido, lo recuerdo abrir el pecho respirar profundamente levantar la mirada y sonreír diciendo para sus adentros: “muy bien”.

Recuerdo al hombre orgulloso de sus hijos y de su familia. Él siempre ha sabido que hizo de cada uno alguien especial, a veces se nos olvida a los hermanos quiénes somos y hacemos cada tontería o nos dejamos vencer, cosa que lo entristece porque nunca quiso ni querrá ver vencidos a sus hijos, no los hizo perdedores «perdistas» a veces decimos, los hizo ganadores, trabajadores, luchadores, guerreros, los hizo poderosos y fuertes porque siempre fue él así, un hombre orgulloso que jamás se dio por vencido ni nunca se mostró vencido. Podría pasar hambre pero jamás dejaría que lo vieran hambriento, podría necesitar pero jamás dejaría que lo vieran necesitado. Mi papá es mi orgullo y siempre que me mira le digo, también yo quiero ser tu orgullo papá. ¡Gracias Papá por seguir siendo en mi vida lo que nunca has