Igualdad en la familia
6 de junio - 2016

Francisco Menacho ODH

Por Francisco Menacho Díaz

La familia es el primer lugar en el que se reciben las primeras nociones de este principio fundamental de convivencia y en el que se adquiere la mayor parte de las creencias, actitudes, valores, normas y prejuicios que configuran la personalidad de las niñas y los niños. Se necesita un cambio de mentalidad que rompa los estereotipos de género para generalizar la implicación de los hombres en la corresponsabilidad de la vida familiar.

El que las mujeres se hayan incorporado al espacio público no quiere decir que hayan salido del espacio doméstico, sino que se han visto obligadas a seguir con las responsabilidades de siempre y con el cuidado de las personas dependientes.

De ahí la necesidad de repartir estos trabajos con los hombres, que exista así un equilibrio, una incorporación de hombres y mujeres en los espacios que tradicionalmente ha ocupado el otro sexo. Que las mujeres tengan un empleo y a la vez los hombres participen en los trabajos domésticos.

Así, por una parte, los hombres aprenderían nuevas competencias y habilidades y serían autónomos, no solo desde el punto de vista profesional y económico, también en el doméstico. Además, conocerían mejor a sus hijas e hijos, aumentando su bienestar y compartiendo juntos más tiempo.

Es necesario que exista la corresponsabilidad en la familia y con esto nos referimos al reparto de las tareas domésticas y responsabilidades familiares entre miembros de un hogar: pareja, hijos, hijas u otras personas que convivan en el mismo domicilio.

Mencionemos algunas que implican una igualdad en la familia: distribuir las labores de casa haciendo una lista de las obligaciones (según las edades y con la responsabilidad de ejecutarlas); dialogar sobre los conceptos de paz, libertad, respeto, tolerancia, democracia, etc.; no permitir insultos, humillaciones o faltas de respeto, ya que de esta manera se inculcarán buenos modales y cortesía.

En la actualidad, el respetar el espacio de cada quien es sumamente importante para vivir en un mundo sin violencia, así como las elecciones y decisiones de cada miembro de la familia.

No permitir la discriminación o tratos de inferioridad entre unos y otros, fomentar el diálogo para resolver los conflictos y afrontar, en su caso, las consecuencias de sus acciones. Es importante pedir disculpas y disculpar cuando sea preciso, de esta manera se aprende a ser más generoso y también humildad de corazón.

Si todos trabajan fuera del hogar, las labores deben ser igualmente realizadas por todos. También se pueden escoger unas horas del sábado o del domingo para, entre todos, cumplir con éstas.

Si bien es cierto que los miembros de la familia tienen diferente edad, características y personalidad, no deben de dejar de aplicarse sanciones cuando lo ameriten porque se trata de un instrumento correctivo-reeducativo.

Cabe mencionar que no hay una forma estándar de ser hombre o de ser mujer, solo personas, que independientemente de su sexo, pueden poseer unas cualidades o características muy diversas. Es importante reflexionar y no dejarse llevar por los estereotipos en nuestra vida cotidiana.

La corresponsabilidad o el reparto de responsabilidades es la distribución equilibrada, dentro del hogar, de las tareas domésticas, su organización y el cuidado, la educación y el afecto de personas dependientes, con el fin de distribuir justamente los tiempos de vida de mujeres y hombres. Es compartir en igualdad no solo las tareas domésticas sino también las responsabilidades familiares.

Defensor de derechos humanos adscrito a la Sexta Visitaduría General de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.