La voz que guía
18 de abril - 2016

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Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

El domingo pasado, celebramos la fiesta de Jesucristo Buen Pastor y en el texto que corresponde al capítulo 10 de San Juan hay una expresión que me llamó mucho la atención: “mis ovejas escuchan mis voz y ellas me siguen”. De pronto me quedé con la impresión de no solo ver a Jesús como Buen Pastor, eso ya me queda muy claro, continuamente veo su imagen cargando la oveja perdida y enferma, esa misma imagen sirve para poder tomar conciencia de que cada uno de nosotros somos pastores, cada uno tiene alrededor de sí a personas a las que con su palabra guía, el esposo tiene a su esposa, la esposa a su esposo, los padres a sus hijos, los maestros a sus alumnos, los patrones a sus trabajadores, en fin, alrededor de nosotros tenemos personas que escuchan nuestra voz, por eso vale la pena preguntarse ¿Qué voz, o qué tipo de palabras escuchan de nosotros? Porque de nuestra boca pueden salir bendiciones lo mismo que maldiciones, pueden salir lo mismo palabras de ánimo que de desánimo, pueden salir palabras motivadoras que palabras desmotivadoras, etc.

¿Te has preguntado qué tipo de voz escucha la gente a las que guías? ¿Qué tipo de palabras son las que utilizas al comunicarte con ellas? Pocos son los que tomamos conciencia del poder de las palabras así como de sus efectos. Hace poco platicaba con una adolescente que llegó temblorosa, casi llorando, según ella con muchos nervios e incapaz de comunicarse, poco a poco después de generar confianza pudo explicarme que desde pequeña las palabras que más escuchaba en su casa y en su escuela eran: “eres una tonta” “eres una estúpida” “eres una inútil, “tú no sabes” “tú no puedes”, “no sirves para nada”, por citar expresiones que se pueden escribir, porque las otras expresiones como hija de…., etc, etc, ya se la pueden imaginar. Así que al paso de los años, le ha costado mucho pasar de año y siempre va con calificaciones bajas porque efectivamente ella se siente tonta, inútil, estúpida, buena para nada. Después de un tiempo de diálogo me doy cuenta de que se trata de una niña inteligente, despierta, con mucha capacidad, pero que lamentablemente ha tenido un entorno que le ha impedido desarrollarse y más aún, le ha provocado traumas que la hacen insegura e incapaz de crecer.

Casos como estos abundan, porque las palabras que expresan los papás, a veces por ignorancia, por incapacidad educadora, o simplemente por repetir patrones que ellos vivieron nunca por malicia, van provocando niños que crecen con traumas sociales. Hace unos días en una de las calles, me tocó escuchar a un papá joven, con un pequeño de cerca de cinco años a quien le daba una servilleta de papel después de que el niño hacía malabares con su helado de barquillo y algo había tirado, yo voltee al escuchar la manera de comunicarse con él y decirle: “fíjate animal, como eres pen.. ponte cabr…”, ¿a un niño de cinco años tratarlo así? ¿Ese papá, aún joven, se supone con otra visión, ya más moderna, se dará cuenta de los efectos que sus palabras están teniendo en la vida y la formación de su hijo?

Muy a propósito de celebrar al Buen Pastor, me parece que todos los que tenemos a nuestro rededor personas que escuchan nuestra voz, debiéramos cuidar lo que decimos y la manera como lo decimos, sin olvidar que cada palabra que sale de la boca es como una piedra que se lanza, pues ya no la podemos regresar, ya salió. Por más que luego digamos: “amor perdóname, estaba enojado, no fue mi intención o no lo quise decir”, ya no tiene remedio, porque aun perdonando lo que se dice, siempre quedará en lo íntimo de cada uno esa palabra que se dijo.

Con razón San Pablo escribe a los efesios la recomendación: “que no salga de su boca ninguna palabra dañina, sino toda palabra que sirva para la correcta edificación” Ef 4, 29. Siguiendo esta máxima, ya cada uno de nosotros podrá revisar las palabras que utiliza y especialmente el efecto que provocan en quien las escucha, teniendo mucho cuidado para con lo que se dice a los niños.