18 de marzo - 2016
Las condiciones económicas que hacia 1938 llevaron a este país a realizar una nacionalización del petróleo, hoy el gobierno en turno con su “flamante reforma energética”, ha puesto a la venta del mejor postor el patrimonio de todos los mexicanos.
Se está transfiriendo la riqueza de nuestros bienes a los extranjeros a costa de desmantelar la economía nacional y por lo que se ha visto, en corto tiempo, todo ello está generando más pobreza acompañada de una significativa caída de los índices de empleo.
Me opuse en su momento como Senadora de la República, por convicción, a todas las llamadas “Reformas Estructurales”, mi voto fue siempre en contra y argumentado; no me equivoque, los resultados negativos de dichas reformas las estamos viendo, viviendo y padeciendo.
Desde que se llevó a cabo la nacionalización del petróleo, bandera de los gobiernos emanados de la Revolución, se perdió, al pasar de los años, la gran oportunidad de usar ese energético como base del desarrollo de país.
Hasta la fecha, los que han “dirigido” el gobierno a través de poco más de ocho décadas, se sentaron en la comodidad de la explotación indiscriminada, anárquica y corrupta de lo que el petróleo producía y produce, limitándose a vivir de las rentas, pero sin reinvertir las ganancias en desarrollo científico y tecnológico que permitiera a este país sacar provecho no sólo de la extracción y ventas de la materia prima, sino ganancias significativas por la transformación y comercialización de los productos derivados del petróleo.
El gobierno de EPN, que en estos momentos se ha dado a la tarea de malbaratar nuestro patrimonio, anunciando beneficios que a todas luces son un engaño, casi una fantasía, es el “digno” sucesor de quienes han transitado en la impunidad durante más de cien años, sin que nunca, en ninguna época de la historia de este país se haya fincado responsabilidad contra alguien por la indebida e ilícita disposición de esos recursos naturales.
La gente de este país debe saber, que habrá una mayor explotación de hidrocarburos por parte de las compañías extranjeras, porque cuentan con mayores recursos económicos, científicos y tecnológicos; ello traerá una rentabilidad inmediata al gobierno, pero también traerá por consecuencia, un más rápido agotamiento de nuestras reservas petroleras; probablemente en menos de diez años, la soberanía petrolera de este país irá a dar al cesto de la basura si no hacemos algo para solucionarlo los mexicanos.
Además, contrario al discurso del gobierno en turno, la carga fiscal a Pemex aumentará en lugar de disminuir, pues pretenden con las reformas de las leyes secundarias como son la Ley del Fondo Mexicano del Petróleo y la Ley de Ingresos sobre Hidrocarburos, que Pemex contribuya con el 4.7 por ciento al Producto Interno Bruto, con la finalidad de seguir sosteniendo la tercera parte del presupuesto federal. En otras palabras, los gobernantes quieren seguir sentados sin trabajar, estirando solamente las manos, junto con sus cómplices, para recibir los beneficios del petróleo, aunque para ello tengan que vender nuestro patrimonio y entregar la soberanía petrolera de este país a las empresas extranjeras.
Pemex vive porque le sirve al gobierno para realizar los contratos con las empresas extranjeras, pero su suerte está marcada y junto con la corrupción que la agobia y su desmantelamiento, vendrán una serie de calamidades como el aumento de la deuda pública de este país; el gasto público seguirá destinándose a gasto corriente, habrá una disminución de ahorro interno por ingresos petroleros, no cambiará el escenario de pobreza que tenemos porque seguirán usándose los recursos petroleros para privilegiar a unos cuantos, con el inminente riesgo de que agotado el petróleo, la pobreza se disparará aún más entre nuestra gente, porque no habrá recurso económico que sustituya a los hidrocarburos en el sostenimiento del presupuesto del gobierno.
De la inversión pública y de la tasa de crecimiento, probablemente de manera engañosa se produzcan beneficios de manera inmediata; pero los efectos a mediano y largo plazo resultarán desastrosos.
La mala política de los gobiernos emanados de la revolución, que se la han pasado proyectando sus presupuestos de gasto público basados en los ingresos del petróleo, exprimiendo a Pemex, carentes de visión para desarrollar a esta empresa paraestatal; con sus corrupciones y sus impunidades, están llevando a este país a un callejón sin salida; el resquebrajamiento de la economía de México está a la vista, pero eso sí, los gobernantes se habrán llenado las bolsas de dinero frente a un escenario de gran pobreza de la inmensa mayoría de los pobladores de nuestra nación.
Finalizo citando algo que expresé durante la triste jornada de la votación de la reforma energética en la Cámara Alta, el 11 de diciembre del 2013:
“…si el pueblo lo decide así… una mujer o un hombre de izquierda se los volverá a expropiar, así que ni se pongan cómodos Señores”.

