13 de enero - 2016
Senadora Adriana Dávila Fernández
El viernes pasado, en uno de los noticiarios más visto a nivel nacional, se presentó la escena del triunfalismo y euforia por parte del gobierno federal, en un evento con la representación diplomática de México en el mundo: el secretario de Gobernación leía el texto presidencial que acababan de subir a las redes sociales; todo se resumía a misión cumplida: el capo había sido recapturado.
Posteriormente, abrazos entre los Secretarios de la Defensa Nacional, la Marina Armada, Relaciones Exteriores y el mismo que había dado la noticia, todo esto en medio del aplauso y manifestaciones de alegría que se vieron interrumpidas, con la tenue interpretación del Himno Nacional de algunos de los presentes. Mensaje televisivo claro, ¡misión cumplida, triunfo de la república!
No recuerdo que en la primera captura sexenal, el 22 de febrero del 2014 se hiciera ese alarde de éxito y patriotismo, después de 13 años de búsqueda de ese criminal.
El Presidente de la República, a través de un mensaje vía digital reconoció la labor de las instituciones de seguridad del Estado Mexicano, tras la aprehensión y felicitó a las mismas instituciones, prácticamente a los mismos responsables de la captura de aquel febrero de 2014, salvo en la Procuraduría General de la República (PGR).
Con gran difusión del hecho, integrantes del gabinete de seguridad, entre ellos el otrora procurador Jesús Murillo Karam, dieron detalles sobre el operativo realizado, que sin duda, constituía un logro de la administración pública. Un gran golpe al crimen organizado.
En ese momento, ingresó en teoría, a la cárcel de alta seguridad del país, El Altiplano, ubicada en el estado de México, para escaparse en julio del año pasado por un túnel de manufactura mexicana, construido con tecnología de punta y precisión milimétrica, que llegaría hasta la regadera de su celda –vigilada y monitoreada las 24 horas del día-, sin sospecha o conocimiento de ninguna autoridad local o federal.
Duro golpe que expuso la debilidad institucional y minó su credibilidad ante el poder corruptor del reo más vigilado que, por igual, compró a custodios, policías, militares, todo tipo de servidores públicos, para cumplir su cometido. Imperdonable.
Derivado de las notas periodísticas, así como del informe que presentó la procuradora Arely Gómez, se desprende que después del tiroteo en el domicilio del delincuente, éste logró escapar nuevamente por el sistema de drenaje, es decir, el operativo específico no tuvo éxito; fue gracias al reporte de robo de un vehículo que utilizó el reo para huir, que se logró ubicar y detener al prófugo.
No deseo demeritar el trabajo de inteligencia e investigación que las instituciones realizaron para detener al delincuente; es de reconocer la capacidad de reacción de la Marina.
Ahora, con la recaptura, el gobierno de México tiene un inusual entusiasmo. Aclaro que no pretendo escatimar justo reconocimiento al esfuerzo realizado para la reaprehensión del fugitivo.
No fue tarea sencilla, cierto, pero no debe ser pretexto para el culto presidencial; se requiere prudencia institucional; poco abona a las investigaciones que seguirán su curso, presentar en un noticiario matutino, un video con el operativo inicial y la balacera en casa del narcotraficante.
La recaptura no debe ser una oportunidad para el espectáculo mediático, que vulnere las acciones realizadas. Me parece que es necesaria y obligada la discreción.
Hay que ser cauto y tener dimensión exacta de los hechos que no enmiendan, reparan ni justifican, y mucho menos explican, las acciones concertadas de la fuga, como tampoco se tiene evidencia de la desarticulación de esa compleja red pública de autoridades. ¿Cuál es el nivel de infiltración de la delincuencia organizada en los 3 órdenes de gobierno? ¿Hasta dónde llega la corrupción pública?
Es curioso que, en su mensaje al pueblo de México, el Presidente mencionó que “Esta acción contra la impunidad es resultado del trabajo permanente de valiosos elementos de nuestras instituciones que durante días y noches se abocaron a cumplir la misión que les ordené: recapturar a este criminal y presentarlo ante la justicia”.
Al margen del ejercicio de sus facultades, es irrisorio pensar que las misiones se cumplen solo porque las ordena el titular del Poder Ejecutivo.
Baste recordar que en diversas entrevistas concedidas en 2014, había señalado que había ordenado vigilar a ese criminal de manera permanente, puesto que una nueva fuga sería imperdonable.
La recaptura no puede ser considerada como un triunfal logro que, representaría, en este caso la segunda vez en este sexenio que se pregona la detención del mismo criminal y, a la luz de la postura oficial, se pretende lucrar con ella.
Empecemos por reconocer que es lo mínimo que las y los mexicanos esperaban de las instituciones de seguridad pública, ante las graves omisiones y complicidades de las autoridades que permitieron la espectacular huida en 2015.
La recaptura es insuficiente. Hay muchas preguntas sin respuestas ante los hechos de julio pasado.
Las líneas de investigación deben aportar elementos para conocer cómo fue posible la construcción de un túnel por el que se fugó la credibilidad en las instituciones.
Las autoridades mexicanas dieron a conocer que se trataba del mismo narcotraficante que, con anterioridad, había sido considerado por la revista Forbes como un empresario agrícola digno de reconocimiento entre los multimillonarios, el mismo que ha inspirado corridos, que ha sido detenido en tres ocasiones y se ha fugado dos veces.
Según las líneas de investigación de la PGR, el reo tuvo errores fundamentales que permitieron ubicarlo, por ejemplo, por su deseo de inmortalizar su vida en una película que cuente su historia, por eso contactó a actrices y actores de talla internacional que dicho sea de paso, localizaron primero al señor de los túneles.
Hay un culto deplorable e innecesario a personajes que merman a la sociedad en su conjunto, como es el caso de este narcotraficante. Son acciones que lastiman a las instituciones.
RECUENTOS DEL REGISTRO ANTE EL COMITÉ DIRECTIVO ESTATAL
El pasado 8 de enero presenté mi solicitud, ante el Comité Directivo Estatal del PAN, para contender en el proceso electoral por la gubernatura. Mi aprecio y agradecimiento a las mujeres, hombres, jóvenes, a todos los que me acompañaron.
Reconozco y agradezco la generosidad de Adolfo Escobar, quien decidió construir, sin egoísmos ni mezquindades, una propuesta conjunta de unidad para Tlaxcala, que necesita seguridad, empleo y crecimiento económico.
Ahora sí, vamos por el Tlaxcala que merecemos, un Tlaxcala con oportunidades para todos, para mejorar las condiciones de vida. Gracias.

