Entrega y compromiso con los migrantes
16 de diciembre - 2015

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Senadora Adriana Dávila Fernández

Durante años, sin importar el partido político en el gobierno, se ha hablado del grave problema de la migración en México; se trata de personas con nombres, apellidos y una historia que, al ser el nuestro un país de origen, tránsito y destino de migrantes, recorren grandes extensiones de territorio para dejar atrás su pasado y construir un presente mejor.

Es la difícil decisión que tienen que tomar mujeres, hombres, jóvenes, adultos mayores y hasta menores de edad que viajan solos para buscar un porvenir posible, alcanzar sus sueños y mejorar sus condiciones de vida, más allá de nuestras fronteras.

Tengo en la memoria, los años infantiles en los que me tocó ver y compartir con personas desconocidas para mis hermanos y para mí, los alimentos que preparaba mi madre para los “indocumentados”.

En la mayoría de los casos, las personas huyen de sus países de origen, de la violencia, la pobreza y el crimen organizado; se enfrentan a un viaje a lo desconocido, sin certeza en lo más elemental, en lo que es el derecho a la vida, a la alimentación, a tener una vida digna.

Hacen un recorrido que los ponen en situación vulnerable porque están expuestos a las condiciones ambientales, a la corrupción de agentes y/o policías, a la delincuencia organizada que buscará lucrar con ellos y apoderarse de lo más preciado del ser humano: su libertad; se engancharán o involucrarán a muchas y muchos en la trata de personas, en el negocio ilícito de los estupefacientes, en la explotación laboral.

Un dato importante que reporta la Comisión Nacional de Derechos Humanos es que se estima que más de 20 mil migrantes son secuestrados al año en territorio mexicano, en su viaje rumbo a Estados Unidos.

Recordemos el triste caso del tren de carga conocido como “La Bestia” que ha dejado muchas mutilaciones y casos fatales.

Justo en estos días tenemos en México las “Caravanas de Madres Centroamericanas en busca de sus hijos/as desaparecidos en tránsito”.

Se trata de otro caso que vale la pena resaltar, pues se calcula que sólo en nuestro país, han desaparecido alrededor de 120 mil migrantes.

México cuenta con un marco normativo diverso que busca la protección de los derechos humanos; muchas leyes cierto, pero la población en su conjunto espera que las normas sean aplicadas, que los gobiernos asuman el reto a nivel federal, estatal y municipal de proteger los derechos humanos.

Desde la sociedad civil se han articulado espacios para atender y dar un respiro a los miles de migrantes que atraviesan el territorio nacional.

En Amatlán de los Reyes, Veracruz, “Las Patronas”, un grupo de mujeres encabezadas por Norma Romero, Leonila Vázquez, Rosa, Bernarda, Guadalupe, Antonia, Julia y Teresa, son un ejemplo de ayuda, valen sus acciones más que las palabras.

Diariamente, desde hace 20 años, ellas han procurado dar alimentos, bebidas y asistencia a los migrantes cuando pasa “La Bestia” por su comunidad en Veracruz.

Preparan entre 15 y 20 kilos de frijol y arroz, y entregan cerca de 300 almuerzos diarios; se acercan a las vías y, en un tiempo aproximado de 15 minutos, lanzan al tren en marcha, bolsas con comida y botellas de agua a los migrantes.

También apoyan con medicinas, asistencia, acciones de emergencia; promueven la cultura de la denuncia por la violencia ejercida contra migrantes.

Y esto es fundamental para hacer visible el problema y darle seguimiento.   Norma Romero y este grupo de mujeres ejemplares son las ganadoras del «Premio en Derechos Humanos Ramón Sánchez Medal 2015».

Compromiso cotidiano de tarea desinteresada, de un grupo de mujeres que decidieron hacer equipo y trabajar por los migrantes.

Con ganas de ayudar, manos amigas dispuestas a auxiliar; sin medios de comunicación a un lado, ni reflectores que permitieran lucrar con aquellos que necesitan de agua, frijol, arroz. Son ejemplo porque hacen algo por aliviar el dolor ajeno, suprimir el dolor evitable.

Contribuyen, con algo tan sencillo pero a la vez tan difícil, como ofrecer, compartir el alimento, y eso, sencillamente es alimentar la esperanza, mitigar el hambre, procurar bienestar a aquellos que sufren carencias.

De igual forma, la semana pasada recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos, la hermana Consuelo Morales, fundadora de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C. (CADHAC), por su trabajo a favor de las personas desaparecidos en el estado de Nuevo León.

En ambos casos, destaca el ejercicio voluntario y generoso de auxilio a los seres humanos; se brinda ayuda incondicional y solidaria a favor de las personas necesitadas, sin importar pasados, historias o personas; ellas aplican el principio de universalidad. Mujeres valientes, con un espíritu fuerte para dar a los necesitados, con o sin ayuda, o a pesar de los demás.

Son mujeres ejemplares que nos enseñan que para afrontar problemas, asumir retos con coordinación podemos caminar juntos y encontrar respuestas. Son ellas dignas de admiración.