Toros en fuga
24 de agosto - 2015

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Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

Cuando todos debiésemos estar hablando de la belleza de las alfombras, de los tapetes de aserrín que tapizaron las calles de Huamantla, nuevamente ocupan muchas líneas lo ocurrido en la huamantlada. Lamentable el que no se haya previsto la seguridad en todo el circuito y que haya habido lugares muy vulnerables a la fuerza del toro y los rompieran como si se tratara de una barda de utilería.

Esas imágenes que llenan las redes de un todo corriendo a lo largo del bulevar Cuamanco son impresionantes, pues el toro ya había salido del circuito y recorrido más de un kilómetro y medio. Solo de pensar todo lo que pudo pasar se queda uno mudo. Aun sin números oficiales, sin informes definidos, se sabe de un muerto y quince heridos. No se contabiliza todos aquellos que recibieron algún “achuchón” que fueron muchos, incluidos los que se fueron por su propio pie sin recibir atención médica sino solo aquellos cuya situación requirió el cuidado de médicos o paramédicos.

Mucho se ha dicho respecto a la huamantlada, hay quien se refiere a ella como “evento taurino” y quienes descartan que se trate de algo taurino aunque haya toros. Hay quienes se refieren al evento como la cantina más grande de México por un día. Cada uno tiene su propia convicción. Efectivamente no es parte del ferial taurino y aunque haya toros, no contiene la mística que debe tener la fiesta brava. Lo malo que para los miles de gente que vienen y para quienes hacen juicios, todo esto los hace ponerse como antitaurinos. También estoy seguro que los verdaderos taurinos son “antihuamantlada”, porque saben que efectivamente se maltrata al toro, porque no se dan condiciones de cuidado y se les enfrenta a unas situaciones no propias para ellos ni para la fiesta brava. De todas maneras, estoy seguro que erradicarla será muy difícil y que los años que tiene realizándose la han convertido en una tradición huamantleca. Sin embargo, esto no quita el que cada uno de los responsables se ponga las pilas y haga la tarea que les toca. Aquí la responsabilidad es alta porque se trata de vidas humanas y de circunstancias muy complejas pues asisten señoras embarazadas, niños, ancianos y muchas jovencitas y jóvenes que ingieren una gran cantidad de alcohol, lo que las hace más vulnerables porque al calor de las copas se sienten matadores y bajan al circuito a enfrentar al toro, ya con los sentidos muy limitados y con poca reacción, por tanto, la prudencia ya no es su virtud. Esto genera más responsabilidad en las autoridades porque de lo que pase, todos los harán responsables y será una mancha a la administración tal y como se vive este momento ante la muerte de una persona y el número de heridos, algunos graves.

Es importante tomar en cuenta que este festejo se convierte en un evento con una derrama económica impresionante, el costo de un lugar en el burladero puede ir de los 150 pesos hasta 250 pesos, sin contar el consumo en cerveza, botellas de licor, refrescos, comida, sombreros y una infinidad de artículos que se ofrecen, incluso la cantidad impresionante de vendedores que mientras el toro no está cerca recorren el circuito ofreciendo sus productos y por consiguiente, expuestos a las astas de toro. Solo pensando en la derrama económica veo casi imposible la posibilidad de erradicar la huamantlada, por más que muchos huamantlecos quieran que desaparezca y se molesten ante el evento, la realidad es que por todo el flujo económico que se da desde la noche de burladero y el día del evento, difícilmente se quitará.

Por todo esto, el hecho de que se hayan salido los toros se convierte en una tragedia porque no hay modo de justificar el hecho sin caer en la aceptación de errores y negligencia. De cualquier manera saldrá mal parada la autoridad. Y aunque quienes hacen negocio en el circuito pudieran ser señalados con alguna responsabilidad, al final, la responsabilidad siempre será focalizada en las autoridades.

Ya veremos cuáles son las consecuencias administrativas que traerán todos los desaciertos que provocaron el que la nota roja sea precisamente este evento y que lamentablemente, toda la belleza de la feria de Huamantla, la más bella no solo del Estado sino de muchos Estados más, se vea opacada por lo ocurrido en la Huamantlada. Ni siquiera el ambiente taurino habla de los bien presentados ejemplares de De Haro y su regreso treinta años después en la corrida de esa tarde, o del faenón de Pepe Angelino en su segundo y sus dos orejas bien ganadas, o de la hermosa faena tejida por Sergio Flores en sexto de la tarde y la soberbia estocada en todo lo alto que merecía una oreja misma que el juez se guardó. No se habla de eso sino de los toros “chapos” como se les puso por la fuga que protagonizaron –según algunos- bajo las balas de la policía.