21 de julio - 2015
Por Fernando Tamayo
Durante la campaña presidencial de 2012 gran parte de los mexicanos se encontraban incrédulos respecto a las capacidades del actual mandatario federal, Enrique Peña Nieto, quien meses antes de obtener el triunfo había mostrado un lado poco positivo para un personaje que pretende erigirse como Presidente de la República.
Como olvidar lo ocurrido en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara cuando el entonces candidato tricolor confundía nombres de obras literarias y sus autores. Asimismo el incidente en la Universidad Iberoamericana que trajo consigo un movimiento estudiantil inédito en nuestro país denominado #Yosoy132, el cual permitió a gran parte de los cibernautas expresar su sentir respecto del mexiquense, principalmente, jóvenes.
Para sorpresa de propios y extraños, Enrique Peña Nieto no sólo obtuvo el triunfo de manera contundente sino que además, durante los primeros días de su gestión, mostró una capacidad política inimaginable. La generación del llamado “Pacto por México” permitió al mandatario consolidar reformas que por décadas se habían planteado y que por desacuerdos entre partidos políticos no lograban concretarse. La detención de una de las aliadas más poderosas del priismo Elba Esther Gordillo y de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” generaban la sensación de un Estado Mexicano capaz de actuar con estricto apego a la ley, esto provocó que el mundo volteara con beneplácito hacia nuestra nación, y denominara dicha etapa como “the mexican moment” a la época más próspera del gobierno federal peñista.
Desafortunadamente, en plena mitad del sexenio, el “momento mexicano” dista mucho del descrito por el semanario británico The Economist. Los escándalos respecto a los bienes inmuebles acuñados por el Presidente en el pasado reciente, la opulencia de sus familiares y funcionarios más cercanos, los excesos de las fuerzas militares, la falta de respeto a los derechos humanos evidenciados en los casos de Ayotzinapa y Tlatlaya han marcado el rumbo del Ejecutivo Federal.
Si lo anterior ofende a la sociedad mexicana, la reciente fuga del criminal más buscado es un acto que genera rabia, desánimo y desconfianza brutal de parte de la población hacia las autoridades, instituciones y, principalmente, el Estado. Hoy el gobierno mexicano y todos los que forman parte de él viven inmersos en un total descrédito.
La indignación de los hechos ocurridos en el penal de “máxima seguridad” que existe en México, constituyen no sólo una afrenta al Gobierno -como lo declaró el Presidente en su visita a Francia tras el escape del capo- sino que reflejan con claridad que la impunidad y corrupción son los elementos cancerígenos que han originado que el Estado Mexicano sea visto como una nación en plena metástasis, circunstancia que resulta imperdonable.
Desde la barrera
Y si lo ocurrido en el penal del Altiplano resulta imperdonable, los resultados de la Primera Evaluación Semestral de Transparencia 2015 presentados por la CAIPTLAX resultan ofensivos para los tlaxcaltecas. ¿Qué legitimidad tendrán los estudios cuando los mismos fueron desacreditados por integrantes de la propia Comisión de Acceso a la Información Pública del Estado? Por el bien de la transparencia y rendición de cuentas es necesario que el Congreso del Estado considere dentro de su agenda legislativa una reestructuración que permita a dicha Comisión cumplir los fines para los que fue creada.
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