Fugas famosas en México
20 de julio - 2015

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Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

La segunda fuga del Chapo, ahora del penal del Altiplano en el Estado de México, de por sí célebre por haberse fugado de un penal de alta seguridad como lo fue el de “Puente Grande” en Jalisco que luego comenzaron a llamarle de “Puerta Grande” en el gobierno de Vicente Fox, se suma a otras fugas también famosas en México. Una muy especial es la de nuestro paisano Jesús Arriaga, alias “Chucho el roto”, que nació en Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala en el año de 1858, y que murió en Veracruz el 25 de marzo de 1894 a los 36 años de edad. El escapó dos veces de la prisión de San Juan de Ulúa en Veracruz, en 1885 y luego en 1894, aunque la segunda vez fue perseguido en lanchas y herido en la pierna, apresado fue condenado a recibir 300 latigazos. Murió en brazos de su amada Matilda y de su hija Dolores, motivos del odio de Don Diego de Frizac padre de Matilda que lo hizo encarcelar tan pronto supo que su hija estaba embarazada de Jesús. La leyenda de Chucho “el roto” se mantiene aún.

Hay en la historia de México una fuga muy famosa del penal de Santa Marta Acatitla que fue llamada “la fuga del siglo”. Norma Lazo escritora y periodista, la narra de la siguiente manera: “Si el asesinato de Louis Sánchez Vidal y la investigación que lo envuelve son increíbles, el escape del penal de uno de sus supuestos verdugos, es considerado como el más espectacular de todas las fugas. Judy Kaplan, hermana del preso Joel David Kaplan decidió tomar las riendas del rescate. Estaba enterada del deterioro que su hermano sufría en la cárcel y del alcoholismo que lo había sumido en un letargo parecido a la locura. Judy Kaplan contactó a Víctor E. Stadter, una especie de aventurero y contrabandista que urdiría el plan que más tarde se conocería como la fuga del siglo.

El plan era arriesgado pero Stadter decía que si se realizaba con precisión no habría fallas. Judy Kaplan no escatimó los gastos. Financió la compra de un helicóptero Bell 47, una aeronave ligera que facilitaría el despegue instantáneo una vez que su hermano hubiera subido en ésta.

A pesar de tratarse de un helicóptero ligero, le removieron cualquier objeto innecesario que pudiera restarle agilidad. El helicóptero fue pintado de color azul para asemejarlo a una aeronave de la Procuraduría. Sería piloteado por Roger Guy Hersner, ex combatiente de Vietnam, con la conveniente habilidad de volar al ras del suelo para engañar los radares de los aeropuertos.

Judy Kaplan también compró una avioneta Cessna que estaría ubicada en el aeropuerto de Actopan, Hidalgo, y que sería piloteada por el propio Stadter. Guy Hersner era el responsable de sacar a Kaplan en helicóptero del penal y posteriormente llevarlo al aeropuerto de Actopan. Stadter sería el encargado de sacarlo del país en la avioneta.

La hermana de Kaplan fue muy estricta en las indicaciones. Debía cumplirse todo al pie de la letra como Stadter lo ordenó. Pero había un problema, el alcoholismo de su hermano ponía en peligro la misión, es así que Contreras fue sumado al plan. Él estaría encargado de que ambos pudieran abordar la nave. Según Stadter, la fuga tendría que realizarse en diez segundos o ser abortada.

El 18 de agosto de 1971, cerca de las seis y media de la tarde, una leve llovizna cubría la Ciudad de México. Era la hora de esparcimiento en el penal de Santa Martha Acatitla. Los reos miraban una película mientras que Kaplan y su amigo, el venezolano Carlos Contreras, estaban a punto de protagonizar la propia. La cinta aún no terminaba cuando un helicóptero, de aspecto y color parecido a los de la procuraduría, bajó en la cancha de basquetbol del reclusorio. Algunos guardias saludaron al piloto pensando que se trataba de otro operativo de la Procuraduría como los que habían realizado durante la semana. Guy Hershner respondió el saludo con sangre fría.

Joel David Kaplan estaba alcoholizado como de costumbre, pero como esto fue previsto con anterioridad, Carlos Contreras lo ayudó a llegar hasta el helicóptero. Guy Hershner contaba en voz alta los únicos diez segundos que tenía para rescatar a Kaplan, mientras Contreras lo ayudaba a subir a la nave. La alarma no sonó, había sido saboteada un día antes. El único custodio que se atrevió a disparar no tenía balas. Los demás fueron sobornados. En el segundo diez, como el plan lo indicaba, Guy Hershner despegó de Santa Martha Acatitla piloteando la nave como solía hacerlo en Vietnam, rozando árboles y casas de dos pisos. Ningún radar lo detectó. Kaplan y Contreras llegaron sanos a sus países de origen. Kaplan se autodenominó perseguido político por sus nexos con Fidel Castro. A Contreras nadie le siguió la pista.

Todavía hoy no puede asegurarse de quién era el cadáver del Cantil. La hipótesis más fuerte es que después de orquestar el asesinato de Trujillo, la CIA ayudó a Vidal a desaparecer utilizando a Kaplan como chivo expiatorio. Lo cierto es que la verdad nunca pudo esclarecerse y Rafael Rocha Cordero se quedó con la espina en la garganta”.

Otras fugas célebres las realizaron en 1975 el narcotraficante Alberto Sicilia Falcón, quien huyó de la temible prisión de Lecumberri, el llamado “Palacio Negro” a través de un túnel –igual que el Chapo- que cruzaba la Avenida Héroe de Nacozari, y Dwight Worker, un narcotraficante estadounidense de cocaína, con la ayuda de su esposa Barbara Worker. Dwight escapó el 17 de diciembre de 1975 disfrazado de mujer.

Fugas de personajes célebres, también existen en la historia de México como la de “Pancho Villa” que escapó del penal de Santiago Tlatelolco. Pancho Villa empezó a idear su fuga y para ello se fijó en un licenciado que trabajaba allí en la cárcel de Santiago Tlatelolco, que entraba a hacer las diligencias a los presos y que dejaba su sorbete y su bastón en un perchero. Al mismo tiempo conoció ahí en la cárcel a otro empleado. Un joven de unos veinte años llamado Carlos Jáuregui al que poco a poco fue cultivando, regalándole dinero del que cada quince días le mandaba Madero, hasta conquistarlo definitivamente. Así accedió Carlos Jáuregui a ayudarlo a que se fugara. Para esto le preguntó qué necesitaba. “Necesito una lima”, le dijo Villa y le dio dinero para que se la comprara. Jáuregui le llevó varias limas con las que empezó a romper la reja.

Junto con Jáuregui planearon la fuga, ideando suplantar al licenciado que iba a tomar las declaraciones a los presos. De esta manera Jáuregui fue adiestrando a Villa, aprovechando el tiempo que el abogado estaba adentro para que Villa se pusiera el sorbete, la levita y la mascada con la que se cubría la boca y tomar el bastón paseándose para que lo viera la guardia; lo rasuró muy bien todo y así lo estuvo entrenando varios días. Cuando ya se dio cuenta de que estaba listo, Villa le dijo a Jáuregui: “ahora vaya y cómpreme dos pistolas y traiga un carro y espéreme cerca de la puerta”. Jáuregui le trajo las pistolas, las que Villa se encajó en el cinturón, con parque que se echó a la bolsa, agarró el sorbete y la levita y se las plantó; empezó a jugar con el bastón y a caminar imitando al abogado; la guardia se le cuadró y llegó a la puerta en donde estaba Jáuregui esperándolo en el carro al que de inmediato se subió huyendo así los dos.

Una fuga más fue la de Don Francisco I. Madero. El 6 de junio de 1910, Madero y Roque Estrada habían sido detenidos en Monterrey, Nuevo León, y el día 22 siguiente, trasladados a San Luis Potosí, porque ahí habían pronunciado los discursos sediciosos de los que les acusaron, pero gracias a la intervención del obispo de San Luis, Ignacio Montes de Oca, amigo de la familia Madero, del nuncio apostólico y del mismo secretario de Hacienda, José I. Limantour, se les concedió libertad caucional bajo la prohibición de salir del Estado. Disfrazado de mecánico y escondido en un tren de carga, Madero cruza por Laredo la frontera con Estados Unidos y hace declaraciones a la prensa norteamericana. Mañana se publicará su fotografía justo en el momento de pasar la línea fronteriza. De ahí seguirá a San Antonio, Texas, a organizar la rebelión.