La Elección
31 de mayo - 2015

ranulforojascolumna23

Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

A unos días de las elecciones de pronto me asaltan varias reflexiones ¿Por qué la gente continuamente se pregunta quién es el bueno o la buena? ¿Por quién votar? ¿Quién no volverá a fallarnos? Y preguntas similares.

Noto una molestia en mucha de la gente respecto a la elección, y la causa es una frustración de que todos hay fallado, que nadie ha cumplido, sea quien sea y del partido que sea. Hay un boom electoral, hay presencia de candidatos y candidatas y al final gane quien gane siempre es lo mismo, queda la insatisfacción respecto al político que no sienten cercano, que se torna inaccesible y que vive en su burbuja de poder sin asomarse o dejarse tocar por la realidad que vive el pueblo votante.

Ante realidades como ésta, está surgiendo una actitud de apatía e indiferencia natural a todo lo político y especialmente ante la elección. Esta actitud genera malestar ante las andanadas de spots publicitando candidatos en busca de votos. Y es que si no son los candidatos presentándose como “los buenos”, es el INE “invitando” a votar saturando periódico, radio, televisión, internet, cines, bardas, espectaculares, teléfonos celulares y hasta domiciliares, nada escapa a la presencia de propaganda electoral.

A esta actitud ha colaborado los continuos escándalos de políticos que se han dedicado a publicitar los grupos de unos contra los otros, tomándolos como arma electoral sin darse cuenta que están contribuyendo a generar más molestia y apatía que ganas de querer votar. Lo mismo los spots de ataques que simplemente señalan las incapacidades de los distintos partidos a la hora de gobernar.

Tal vez todo esto sea la razón de que surjan movimientos abstencionistas que inviten a la gente a no votar, a “no perder el tiempo yendo a las urnas”, según dicen porque el “ir a votar” será una manifestación de complicidad y entonces si estás inconforme con lo que están haciendo pues díselos no asistiendo a las urnas.

Todo esto genera una situación complicada de cara a la elección, porque se prevé una abstención muy alta, que especialmente en Estados como Tlaxcala en los que solo se está votando por diputados federales, se presente un escenario más complicado.

¿Qué pienso de la elección? Pienso que partidos y sociedad focalizamos nuestra atención solo y únicamente en los procesos electorales. Me parece que todos trabajan por y para el proceso; respecto a los que quieren ser candidatos o candidatas, aún no pasa el proceso y ya están pensando en el siguiente; ahora mismo en Tlaxcala, la mirada está puesta en los próximos presidentes municipales, los próximos diputados y el próximo gobernador o presidentas, diputadas y gobernadora, por la cuestión de género. Casi nunca se piensa en lo que son las elecciones, o sea, en verlas como medios para elegir a quien sea un presidente o diputado o gobernador y por tanto la preocupación sea el desempeño, la tarea que deben realizar y me parece que su única preocupación es “ganar”, haciendo suya la máxima de Vince Lombardi: “ganar no es lo máximo, es lo único”. ¿Qué hacer después de ganar? Creo que no está en sus mentes, porque lo único para lo que se están preparando es para ganar.

Pero también de parte del elector hay actitudes que vale la pena reflexionar. A veces creemos que nuestra única tarea consiste en ir el día de la elección a la urna y depositar nuestro voto. Voto por cierto cada vez más difícil de que sea libre, maduro y responsable, porque siempre hay limitaciones para ello ya que se conoce poco a los candidatos y por ende tampoco se conocen sus propuestas. La razón es que pocos electores dedican tiempo a consultar las páginas o publicaciones en los que se especifique quiénes son los candidatos, cuál es su trayectoria, y los compromisos que están haciendo. Si bien existe la queja de que no se conoce gran cosa, también es cierto que no hay ningún esfuerzo del elector por interesarse en saber lo que “adquirirá”, de tal manera que si fuese un comprador, sería un “mal comprador” porque aceptaría lo que superficialmente le ofrecen sin que como “buen comprador” dedique tiempo a checar el producto ofrecido.

Así que “tan malo el pinto como el colorado” porque mal el candidato si no da a conocer su perfil y propuestas, pero también mal el elector si no se interesa por buscar información. Se da el caso de gente que no conoce a su diputado local ni federal, es más, no sabe a qué distrito local y a veces ni federal pertenece. Son electores de ocasión, solo aparecen con motivo de elecciones. Falta dar el paso de elector a ciudadano. O sea, de quien solo vota a quien se siente parte de una sociedad y sabe que su participación y compromiso político es parte connatural a su vida.

El elector clásico normalmente se siente instrumentalizado por el aparato electoral que lo lleva a las urnas a veces motivado o inducido por alguna promesa o compromiso personal o incluso por alguna dadiva. Al final le queda la sensación de frustración, de que no se cumplieron las promesas y por parte del candidato se sentirá que ya cumplió con la entrega de algún apoyo.

Me parece que la elección debe ser vista solo como parte de un proceso de la sociedad que busca desarrollarse, que quiere crecer y que para eso se postulan algunos ciudadanos con la finalidad de colaborar. Ellos no son los salvadores de la patria, son simples ciudadanos que sienten una vocación política pero que no son perfectos, por tanto, son sujetos de las tentaciones y pasiones propias del ámbito de poder en el que se encuentran. Todos sabemos que connatural al cargo existen muchas prerrogativas tanto legales como de usos y costumbres que lo rodean y que si no está bien fijo al piso posiblemente se mareará y comenzará a sufrir las delicias del poder. Por eso, se necesita de candidatos con madurez emocional y convencidos de su falibilidad y por tanto, necesitados de la colaboración activa de unos ciudadanos que también responsables y convencidos de su tarea, se dispongan a colaborar con las autoridades en la construcción de la única sociedad que forman tanto candidatos como electores, o sea, autoridades y ciudadanos en sinergia y no como hasta ahora, cada uno por su lado y cuidando cada cual de sus propios intereses que por cierto parecen no coincidir.