Por Fernando Tamayo

El sábado pasado, en algún lugar de la Entidad, una reunión que en un principio pretendió ser una cuestión discreta, se convirtió, gracias a las redes sociales de algunos de los asistentes, en el evento más difundido del fin de semana.

Cual pacto de la Moncloa o el acuerdo impulsado por Peña Nieto al inicio de su sexenio, el evento, cuya recepción correspondió al ex Diputado Aristeo Calva, tuvo como objetivo convocar a algunos de los personajes más representativos de la clase política cuya característica principal es la de estar fuera del escenario vigente.

Bajo ese elemento de homologación, tanto priistas, panistas, perredistas, petistas, y demás actores pertenecientes a diferentes corrientes e institutos políticos se pronunciaron a favor del trabajo conjunto en beneficio de un mejor Tlaxcala.

Lo anterior hubiera sido de reconocimiento, pues el conjuntar tantas ideologías distintas en beneficio de un interés superior merece resaltarse, sin embargo, y dado los invitados que ahí se constituyeron, el evento, no suena más que al intento de generar reflectores con miras a las elecciones de 2015 y 2016.

Los nombres de los asistentes, revelados el día de ayer por mi compañero Edgardo Cabrera en su espacio Circo, da cuenta de que hoy los actores políticos han iniciado el proceso para-electoral federal así como el camino de la sucesión marianista.

Frente a este escenario la disputa por la primera magistratura ja comenzado y el reto no es menor. Tener la capacidad de conjuntar distintas corrientes y filosofías políticas no es una tarea fácil, sobre todo para aquellos que durante varios años y con distintas responsabilidades públicas han demostrado lo contrario.

Esperemos que esa primera reunión de estos actores permita construir acuerdos que redunden en un compromiso superior por Tlaxcala, principalmente, cuando la coyuntura política se presentará tras la culminación de este gobierno. Al tiempo