El protocolo de Estambul
5 de noviembre - 2014

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Florencio Licona Pérez*

En principio, podemos decir que el conocido coloquialmente como Protocolo de Estambul, tiene por título completo Manual para la Investigación y Documentación Eficaces de la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.

Enseguida, es necesario puntualizar que este manual contiene las directrices y procedimientos reconocidos a nivel internacional para determinar si una persona ha sido torturada.

En este punto, es pertinente hablar del concepto de tortura. En esta colaboración definiremos la tortura con las mismas palabras empleadas en la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de 1984:

Se entenderá por el término «tortura» todo acto por el cual se inflija intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a éstas.

Por ello, el Protocolo de Estambul es tan importante porque permite obtener las evidencias independientes y válidas que se pueden usar en los tribunales contra supuestos torturadores.

Desde su publicación en 1999, dicho protocolo ha sido apoyado por la Organización de las Naciones Unidas y se ha convertido en un instrumento crucial en el esfuerzo global para acabar con la impunidad de los delincuentes de la tortura.

Sin embargo, el protocolo no es un instrumento vinculante, ya que los países no están obligados a adoptarlo. No obstante, la normativa internacional obliga a los gobiernos a investigar y documentar incidentes de tortura y otros tipos de malos tratos y a castigar a los autores de manera comprehensiva, eficaz, inmediata e imparcial, lo que convierte al protocolo en una herramienta para acometer todo ello, pero que ante todo es un documento práctico, que sirve para facilitar a aquellas personas o entidades que deseen plantar cara a los delincuentes, exigirles responsabilidad y servir al interés de la justicia.

Cabe mencionar que además de haber sido reconocido por el sistema de las Naciones Unidas, el Protocolo de Estambul también ha sido adoptado por varios organismos regionales, como la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos y por la Comisión Europea.

Quinto Visitador General de la Comisión Estatal de Derechos Humanos