Después de la separación… ¿qué pasa con los hijos?
23 de octubre - 2014

opticadh

Mayra López Lara*

Cuando las personas llegamos a la etapa en que unimos nuestras vidas en matrimonio, nos llena de nervios y emoción pensar en el comienzo de una nueva aventura. Nos sentimos plenos y en nuestro esquema mental sólo hay pensamientos positivos; jamás pensamos que existe por lo menos una probabilidad de llegar al divorcio o la separación.

Creemos que por el gran amor que sentimos hacia la otra persona nuestro matrimonio durará para siempre, como un cuento de hadas. Un anhelo más en esta situación es el de formar una familia con niños que corran por la casa y a quienes dirigiremos toda atención amor y cuidado.

Pero, ¿qué pasa cuando por diversas circunstancias, sin premeditar ni concientizar, las parejas se separan y cuando se dan cuenta ya están inmersos en una guerra campal en la que todo el amor, la comprensión y los sueños se van al abismo?, ¿qué pasa con los hijos e hijas que, sin entender completamente la situación, se ven sometidos a un proceso de lucha, peleas y ofensas?, ¿qué pasa cuando los hijos e hijas se perciben como armas en contra de alguno de sus progenitores?, ¿dónde quedaron los sueños entonces?

Regularmente, las parejas no son capaces de dividir la relación de pareja de las relaciones familiares, por lo que omiten reconocer que niños y niñas tienen derechos y uno importante y fundamental es el de tener una familia, el cual no debería contraponerse con el derecho de los adultos a ejercer una paternidad y maternidad responsable.

Los derechos de niños y niñas están netamente plasmados en la Convención sobre los Derechos del Niño, firmada por el Ejecutivo y aprobada por el Senado mexicano, que por lo tanto es ley suprema de todo el país, en términos de los artículos 1 y 133 de la constitución.

Dicha convención, en su artículo 9, tercer párrafo, señala que “los Estados respetarán el derecho del niño que esté separado de uno de sus padres a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres de modo regular, salvo si ello es contrario al interés superior del menor”.

Hoy en día, nuestros niños y niñas están vulnerables ante un fenómeno psicológico  que afecta la psique de todos los miembros de la familia y, de manera más recurrente y común,  a padres y madres que, al estar en un proceso de divorcio o separación, recurren a conductas impropias afectando directa e indirectamente a sus hijos. Este fenómeno se denomina alienación parental.

¿Qué es la alienación parental?

La alienación parental consiste en todas las conductas que lleva acabo el padre o la madre que tiene la custodia de un hijo o hija, mediante las que injustificadamente impide las visitas y convivencias con el otro progenitor, causando en el niño o niña un proceso de trasformación de conciencia que puede ir desde el miedo y el rechazo hasta llegar al odio, creando así síntomas del Síndrome de Alienación Parental.

¿En qué situaciones se presenta?

Estas conductas son dadas de manera descendiente a partir de una figura parental y sucede dentro de la interacción familiar; sin embargo, existen situaciones en las que la incidencia es recurrente, por ejemplo:

 

*        En la reclamación de pensiones alimenticias ante incumplimiento.

*        En la situación familiar donde existen padres que emigran buscando mejores condiciones de vida y dejan a su familia en su lugar de origen.

*        Cuando un padre se encuentra laborando lejos.

*        Crisis familiar que detona en una separación o divorcio.

*        En demandas de guarda y custodia o derechos de visitas ante la ruptura de la pareja.

*        En demandas por secuestro o por sustracción internacional de menores por parte de uno de los progenitores.

 

¿Cómo se presenta?

Las maneras en que se manipula la relación de los hijos con el otro progenitor son variadas, pero las más comunes son:

*        Impedimento por parte de uno de los progenitores a que el otro vea a sus hijos o pueda convivir con ellos.

*        Desvalorizar e insultar al otro progenitor en presencia del hijo.

*        Implicar al propio entorno familiar y a los amigos en los ataques al ex cónyuge.

*        Subestimar o ridiculizar los sentimientos de los niños hacia el otro progenitor.

*        Incentivar o premiar la conducta despectiva y de rechazo hacia el otro progenitor.

*        Influir en los niños con mentiras sobre el otro progenitor llegando a asustarlos.

 

Regularmente, cuando una pareja se separa es porque ha incurrido en falta de respeto y ofensas, por lo que los progenitores están frustrados y llenos de rencor, coraje, tristeza y decepción; de esta manera, el padre que se siente más dañado tiende a victimizarse y comienzan a dirigir sus frustraciones hacia el otro de manera sutil, utilizando a los hijos como un arma implacable.

No olvidemos que cuando dos personas deciden separarse, esto representa el fin de la relación de pareja, pero no el fin de la familia. En el siguiente artículo conoceremos cómo se detecta la presencia del Síndrome de Alienación Parental en niños y niñas, y las alternativas que tenemos para prevenirlo, para saber qué hacer y a dónde acudir para conocer más sobre el tema.

 

Psicóloga de la Comisión Estatal de Derechos Humanos