Los derechos humanos y la tolerancia
15 de octubre - 2014

opticadh

Teresita Montes Pérez*

En nuestro país, todas las personas gozan de los derechos que amparan la constitución política y el orden jurídico mexicano. Todos somos iguales ante la ley, sin importar el origen étnico o nacional, el género, la edad, la religión, las discapacidades, el estado civil o cualquier otra circunstancia ajena a la dignidad humana.

Para que lo anterior sea posible, es necesario e indispensable respetar la ley y los derechos de los demás, por eso todas las personas tenemos deberes con uno mismo, con la familia, con la sociedad, con las autoridades y con el país. En todos los espacios mencionados, las relaciones humanas prevalecen, ya que en todos los sectores se interactúa con acciones, pensamientos, ideas, opiniones, peticiones, etc.

En esa cadena de relaciones humanas, la tolerancia constituye una parte medular para que las interacciones fluyan en un ambiente de respeto a la dignidad de cada persona. Una conducta tolerante implica el razonamiento y convencimiento individual de respetar y aceptar las diferencias raciales, políticas, sexuales y sociales –por mencionar algo- de los demás.

La tolerancia se encuentra estrechamente ligada al deber que tiene toda persona de respetar los derechos humanos de los otros. El derecho a la libertad e igualdad y la prohibición de la discriminación son derechos humanos reconocidos expresamente en tratados internacionales de los que México es parte, por lo que es necesario el fomento del respeto a los mismos, como parte de la cultura, en un proceso de aprendizaje e interiorización de los mismos por toda la población.

Debe quedar claro que el deber que todos tenemos de respetar los derechos de los demás no le resta responsabilidades al Estado, en el sentido de ser el garante y responsable último de la protección de los derechos humanos.

En México, las personas que desempeñan un empleo, cargo o comisión al servicio del Estado, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de respetar los derechos humanos y también de promoverlos, protegerlos y garantizarlos, pero el deber de respetar los derechos humanos es para todas las personas con tolerancia. “El respeto al derecho ajeno es la paz”, aquí encuentra perfecto acomodo la frase célebre del político liberal mexicano, Benito Juárez.

La ONU, y en especial la UNESCO, han realizado importantes esfuerzos para promover la tolerancia como la aprobación de la Declaración de Principios sobre la Tolerancia; el Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia, que tuvo lugar en 1995, y la invitación, en 1996, a los Estados miembros a que observaran el 16 de noviembre, de cada año, como Día Internacional para la Tolerancia.

Es importante mencionar, conforme al respeto de los derechos humanos, que practicar la tolerancia no significa tolerar la injusticia ni renunciar a las convicciones propias. Significa que toda persona es libre de adherirse a sus propias convicciones y de aceptar que los demás se adhieran a las suyas. Significa aceptar el hecho de que los seres humanos, naturalmente caracterizados por la diversidad de su aspecto, su situación, su forma de expresarse, su comportamiento y sus valores, tienen derecho a vivir en paz y a ser como son.

Mi derecho termina donde comienza el tuyo, y cuando se transgreden por el servidor público, los organismos públicos de derechos humanos están para proteger y garantizar que se cumplan, haciendo notar que la tolerancia constituye un valor que sustenta los derechos humanos y una actitud activa que brinda amplia cabida a los derechos universales y las libertades fundamentales de los demás.

 * Defensora de Derechos Humanos de la Comisión Estatal de Derechos Humanos