Día de Canonizaciones
28 de abril - 2014

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Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

Impresionante la celebración en la que el papa Francisco declaró santos a Juan XXIII y a Juan Pablo II, ambos Papa del siglo XX, aunque el Papa Juan Pablo II murió en el 2005. De todas partes del mundo llegaron delegaciones oficiales y mucho peregrinos que abarrotaron no solo la Plaza San Pedro, también la Via de la Conciliazione y las plazas aledañas. Se habla de más de un millón y medio de fieles congregados con motivo de dicho acontecimiento. Conforme se iba acercando la fecha, los peregrinos llegaban a Roma, las televisoras se apostaban para transmitir dicho evento. Hubo gente que durmió en la calle pero no había poder humano que les hiciera salir del lugar y perderse este histórico evento.

El poder de convocatoria de Juan Pablo II se mantiene intacto, se trata del Papa que logró penetrar los ambientes de los países y hacer cercano su mensaje de paz y esperanza. Desde su muerte las mantas pedían: “santo súbito” y bueno, después de apenas nueve años, la petición se cumplió gracias a los milagros que fueron demostrados y que cumplieron con todas las formalidades que pide la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos  mismas que hicieron que se solicitara al Papa Francisco dicha declaratoria.

La presencia del emérito Papa Benedicto XVI, marcó otro acontecimiento histórico, dejó el retiro para presentarse en público y llegar con toda humildad y tomar su lugar ahí junto a los cardenales. Él no realizó la procesión de entrada, minutos antes llegó, saludó a varias personas, fue saludado por otras y ahí esperó el inicio de la ceremonia, cuya entrada estuvo acompañada con la letanía de los santos. Los cardenales que llegaban procesionalmente, tuvieron el detalle de pasar a saludar al Papa Benedicto antes de tomar sus respectivos lugares; el mismo Papa Francisco después de besar el altar e incensarlo, antes de llegar a la Sede, se fundió en un abrazo fraterno con el Papa Benedicto, hecho que desató un aplauso de alegría al presentar el detalle en las pantallas gigantes.

Al inicio de la celebración el Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación solicitó respetuosamente al Papa la declaración de canonización y la publicación de dicho acto, petición que el Papa Francisco escuchó con diligencia y pidió la iluminación del Espíritu Santo. La comunidad en pleno entonó el “Veni Creator”, en el que se le pidió al Espíritu Santo que llegara a la Iglesia: “enciende con tu luz nuestros sentidos”. Después de la declaratoria, se presentaron unos hermosos relicarios que contenían restos de los santos padres,  sangre en el caso de Juan Pablo II y piel en el de Juan XXIII, mismos que fueron colocados cerca de altar. La fachada de la Basílica de San Pedro estaba adornada con dos fotografías oficiales de los papas, muy similares en sus atuendos.

Un detalle especial en la ceremonia fue el número muy alto de clérigos de rito ortodoxo y se tuvo el cuidado de proclamar el evangelio a la usanza tanto del rito latino como el de rito griego. Al final de la proclamación el Papa bendijo al pueblo con el evangeliario presentado por el diácono de rito griego.

En la homilía el Papa Francisco dijo: “puedo referirme al Papa Juan XXIII como el Papa de la docilidad al Espíritu”. Esto me llamó la atención aunque conociendo un poco la vida de Angelo Roncalli (Juan XXIII) uno puede constatar que efectivamente el llamado “Papa Bueno” desde pequeño tenía el deseo de ser un “cura de pueblo” y sin embargo, fue llevado por Dios por otros caminos marcados, los de la diplomacia en Bulgaria, en Turquía y en Grecia sin olvidar ser un pastor cercano a la gente y comprometido con sus necesidades. Antes del término de la guerra fue enviado como Nuncio a Francia, finalmente fue nombrado cardenal y enviado como patriarca a Venecia. En 1958 fue electo Papa pero jamás abandonó las enseñanzas de su párroco Francesco Rebizzini y de su gran mentor el obispo de Bérgamo Giacomo María Radini Tedeschi de quien fue su secretario, siempre tendrá en mente sus enseñanzas de cercanía a las necesidades de la gente y su compromiso con la paz.

El lema del Papa Juan XXIII fue “Obediencia y Paz”, elementos que siempre buscó. De hecho una de sus encíclicas más famosas es “Pacem in terris” consciente de que el Papa tenía como tarea la construcción de la paz. La figura bonachona, sonriente, cercana, siempre cautivó a la gente y al estilo del Papa Francisco inició muchos cambios que hoy está continuando el Papa Francisco. El Papa Bueno es modelo reconocido del Papa Francisco.

Del Papa Juan Pablo II dijo en la homilía: “me referiré al Papa Juan Pablo II como el Papa de la Familia” dicha afirmación me llamó la atención pues en verdad el Papa Juan Pablo a pesar de haber perdido a su familia de sangre desde muy joven, siempre fue un hombre de familia, y dedicó mucho tiempo a trabajar por las familias. Muy a propósito de dicha referencia, pienso al estilo del Papa Francisco que no debiéramos dejar que nos roben a la familia, pues con todo lo que vivimos en nuestro tiempo la familia está siendo saqueada, la perdemos cuando perdemos los espacios de comunicación, cuando alrededor de la mesa en lugar de dejar  tiempo para la convivencia y la comunicación dejamos que el televisor ocupe el centro, cuando se dedica el tiempo al celular en lugar del diálogo interpersonal; la perdemos cuando dejamos de convivir en familia, de descansar en familia, de trabajar en familia, de orar en familia.

El Papa hizo mención del camino sinodal por la familia que se está realizando en la Iglesia y pidió que fuera el Papa Juan Pablo II el que intercediera para que el Sínodo llegue a feliz término.

El marco para la canonización fue la fiesta del Señor de la Divina Misericordia, una imagen muy difundida de Cristo resucitado de cuyo pecho brotan dos rayos de luz, uno rojo y otro blanco, en referencia a la sangre y agua que brotaron del pecho de Cristo en la Cruz. Devoción impulsada por la monja polaca canonizada por el Papa Juan Pablo II Faustina Kovalska que promovió mucho el rezo de la llamada “coronilla” cuya  frase más conocida es: “Por tu dolorosa pasión, ten misericordia de mí y del mundo entero”. El segundo domingo de pascua se dedica a esta fiesta y ya se había tomado el mismo marco para la celebración de la Beatificación del Papa Juan Pablo II, esa si presidida por el Papa Benedicto XVI.