El verdadero problema nacional
25 de febrero - 2020

Por Fernando Tamayo

El movimiento denominado un día sin mujeres debe ser concebido en toda su magnitud y por su importancia la politización no debe tener cabida.

El problema de la violencia en México va más allá de ser solo un asunto de género, consistente en una disputa entre hombres y mujeres. Se trata, por el contrario, de un problema colectivo agravado gracias a distintos factores, donde la impunidad es el elemento que produce mayores daños en la descomposición social.

Bajo esta tesitura, el movimiento un día sin mujeres debe verse no solo como una lucha por parte de este sector de la población sino una reacción de la sociedad en su conjunto tendiente a demostrar a la clase política, gobierne o no, que nuestro país requiere más acción y menos discurso.

El movimiento convocado puede convertirse en un parteaguas para la vida política y democrática de México, si se observa como una expresión de la ciudadanía en contra de las realidades que aquejan a todos, podría en suma, provocar un golpe de timón suficiente para que todos aquellos que tienen en sus manos guiar los destinos de México cumplan con su responsabilidad y se den cuenta que le han fallado a sus votantes, a sus simpatizantes, en suma; a su país.

Sin embargo, el problema no es solo del gobierno, es del Estado entendido éste en su concepcion más amplia. La corrupción  impera en el sector público, en la clase política, pero también en el sector empresarial, en el educativo, permea como un cancer en el desarrollo diario de nuestro país, ya sea a través de su ejecución  o bien a través de su aceptación.

Hoy requerimos la construcción de un capital social mucho más robusto que deje atrás la politización y divisionismo en todos los órdenes, urge trabajar en un nuevo modelo de cultura no solo política sino democrática que reconstruya el tejido social cada vez más desquebrajado.

Entendido de esta manera el movimiento un día sin mujeres, éste debe transitar hacia una exigencia ciudadana mucho más amplia que supere las diferencias de género y comprenda que todos como mexicanos somos de una manera u otra responsables de que este país se encuentre dividido, violentado e inseguro. Mientras las diferencias entre sexo, raza, religión, ideología política, etc se sigan agravando la anarquía, la ley del talión y las desigualdades serán las características que predominen en el escenario colectivo. Al tiempo.

Desde la barrera

En eso de la impunidad y falta de respeto a las normas nos encontramos con una tradición que nos define como tlaxcaltecas y constituye una de las más importantes. El Carnaval de Tlaxcala debe seguir siendo una de las identidades más características de nuestro estado, pero sin duda, requiere de ciertas reglas que permitan a visitantes, huehues, transeúntes, automovilistas, en general a todos, evitar el mayor número de molestias posibles. Cerrar calles, accesos a hospitales, escuelas, etc. Lejos de fomentar el desarrollo de esta tradición termina por generar encono  entre la población.