Tenancingo y la trata de personas: otra perspectiva
13 de febrero - 2020

Por Iliana Navarro D 

Hace unos días, el periódico El Universal y el programa “Por la mañana con Ciro Gómez Leyva” presentaron una investigación periodística sobre el tráfico sexual en Tenancingo, bajo el enfoque de que se trata de una actividad delictiva que se hereda en ese municipio. 

Este trabajo permitió poner sobre la mesa de debate varios supuestos que se han venido reproduciendo a través del diarismo. 

El primero es que la actividad periodística está restringida en Tlaxcala. Falso, y la publicación de ese reportaje lo prueba.

En enero, la presunta intimidación de la reportera Lara Logan de Fox News, por parte de elementos de la policía municipal de Tenancingo, causó revuelo. El pasado 23 de octubre, ella y su equipo estaba en la localidad, y se le solicitó que, por su seguridad, se retirara, ya que el 7 de septiembre se registró un linchamiento que dejó como saldo dos muertos.

A lo que pocos pusieron atención es que ella transitaba en un convoy, integrado por camionetas con cámaras, y su presencia no pasó inadvertida entre la población, por lo que los elementos de seguridad municipal escoltaron a la periodista a las afueras de Tenancingo para asegurar una condición de menor riesgo y evitar posibles disturbios. 

A diferencia de la periodista norteamericana, el equipo de reporteros mexicanos recorrió Tenancingo y Papalotla con muy bajo perfil, y fotografiaron residencias suntuosas que, presuntamente, pertenecen a tratantes de la localidad, aspecto que nos lleva al segundo supuesto: Tenancingo es la cuna de la trata de personas.

No. Tenancingo no es cuna de este delito, aunque sí es un punto de referencia importante para el análisis del fenómeno de la trata a nivel nacional e internacional. Es uno de los lugares en que más se ha documentado el origen de tratantes, y efectuado investigaciones como fenómeno socio-cultural.

Durante la transmisión del programa “Por la mañana con Ciro Gómez Leyva”, el pasado 5 de febrero, se comentó incluso que el negocio de la trata en Tenancingo ya no es lo que era, pues a diferencia de lo que pasaba hace 20 años, ahora hay residencias abandonadas o a medios construir, así como muchos moteles fuera de servicio, y ya no se exhiben mujeres para el sexo-servicio en las calles. De hecho se reflexionó a cerca de la construcción mediática del estigma de Tenancingo, y de la atención que se le dio durante mucho tiempo, que provocó que el fenómeno migrara a otro municipios de la región en Tlaxcala y Puebla.

Un supuesto más es el de la total impunidad con la que se manejan los tratantes. Y aunque es real que hay pocas denuncias, y muchas de ellas no prosperan con la celeridad deseada, lo cierto es que hay detenciones y la desarticulación de estructuras criminales, como los propios medios lo han difundido. También hay propiedades en franco abandono, como consecuencia de la acción de la justicia.  

Todo esto nos debe lleva a repensar la realidad de Tenancingo y de la propia trata de personas, que es un problema de alcances nacionales e internacionales que se debe analizar y atender en esa dimensión.

Durante varias décadas, no se atendió este delito en la región, pero ahora es diferente. Hay acciones interinstitucionales con saldos que son reconocidos por representantes de la sociedad civil organizada, como la activista Rosi Orozco, quien públicamente expresó este semana que en Tlaxcala no se maquillan las cifras y se atiende el problema, no solo por la vía de la procuración de justicia, sino de la generación de empleo, que abre oportunidades para una mejor condición social.

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