Por Edgardo Cabrera

Si bien en el discurso y entre sus corifeos se habla de “transparencia”, un “nuevo rumbo” y “referencia nacional”, en los hechos la realidad del Poder Judicial es contundente y esa no se borra por más primeras planas que se trate de enchalecar su presidente o por programas radiofónicos que abren los magistrados ex profeso para echarse porras (por cierto con bastantes imprecisiones, hasta ellos mismos se corrigen la plana).

A finales de diciembre Mario Jiménez y su camarilla se emberrinchó en la compra de vehículos nuevos, uno para cada magistrado, hablamos de seis a un precio de 300 mil pesos cada uno (1.8 mdp en total), considerando el catálogo de Volkswagen del modelo Virtus 2020, que fue el que adquirieron.

El dinero salió de la devolución de 10 mdp del ISR que les hizo el SAT y que, como lo hemos reiterado, se distribuyó según las conveniencias e intereses de Jiménez, que en este momento sólo son uno: la reelección en la presidencia del TSJE.

Y el asunto se volvió sospechoso, por el simple hecho de la opacidad con la que se hizo, nadie se enteró porque no hubo una convocatoria pública para que las concesionarias automotrices concursaran para vender el lote de vehículos (al final se sabe que el beneficiado fue un empresario poblano).

Además de que el miedo a la escarnio público los llevó a que el día del informe de Mario se diera la orden de “ocultar” las unidades en el estacionamiento subterráneo de Ciudad Judicial.

Para rematar, siguen avanzando los días y no existe en su sitio web las versiones públicas de las actas de todas las sesiones celebradas desde noviembre del año pasado y hasta la fecha, tanto del Pleno del TSJE, como del Consejo de la Judicatura.

Así es que, por donde se le busque, en el poder judicial de Tlaxcala están mal, y las cosas estarán peores porque la cloaca se les destapó y a diario les salen cosas nuevas.

¡UH LA LA!

En eso de las cosas nuevas, vaya noticia con la que amanecimos en Gentetlx el miércoles, resulta que la magistrada Rebeca Xicoténcatl presumió que pasó el fin de año en París.

Una imagen fotográfica de la magistrada (publicada por ella misma en su cuenta de Facebook) el 29 de diciembre de 2019, la muestra en el Museo del Louvre, uno de los más importantes y visitados del mundo. 

Quizá para algunos no sea noticia, pero para nosotros sí, por el mero hecho que ese viaje y otras cosas más evidencian el poder adquisitivo que tiene la juzgadora y que refleja que lo que menos existe en el TSJE es la premisa juarista de que los funcionarios deben vivir en la justa medianía (como decía Juárez).

Confirma también lo que documentamos en 2019: el grosero y excesivo incremento salarial que obtuvieron los magistrados y consejeros de la Judicatura, colocándolos entre los mejor pagados del país; mientras que en el caso particular de Rebeca, que su prosperidad económica también proviene de su pareja sentimental quien fue favorecido el año pasado con un puesto y sueldo de funcionario en la CEDH.

Si a lo anterior le sumamos que NO conformes con esas percepciones aún reciben bonos extraordinarios por concepto de devolución de impuestos o ajustes trimestrales (de dicho reparto aún no hemos hablado, pero no olvidemos que van 3 por el ejercicio 2019 y todos a favor), la condena es unánime a quien presume su riqueza a un pueblo pobre. ¿No que gobierno rico no? 

PATÉTICOS

A colación del tema, esta semana el dirigente estatal del PRD Juan Manuel Cambrón Soria, informó que solicitó al Sistema Estatal Anticorrupción investigar el fondo del audio que evidencia la distribución oculta, discrecional y confesa de los recursos excedente de dicho poder.

También recurrió al Congreso local para que hagan su parte y citen a comparecer al presidente del TSJE y explique el monto que han recibido, así como el destino que han tenido esos recursos. 

Y pese a las solicitudes formales, ya que se hicieron por escrito con acuse de recibo, es la hora que el tema no les ha ocupado, el caso más preocupante es el del Sistema Estatal Anticorrupción que es un patético elefante blanco que solamente consume recursos sin ningún resultado.