ESPALDARAZO
1 de febrero - 2019

Por Edgardo Cabrera

Previo al acto multitudinario de este jueves en Tlaxcala, el presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo un encuentro privado con el gobernador Marco Mena, con lo que refrendó, una vez más, que no hay intermediarios en la comunicación entre ambos mandatarios.

Lo prolongado de esta reunión, y las expresiones de ambos a su término, permiten suponer que vienen cosas muy buenas para Tlaxcala, de entrada, casi 700 millones de pesos para carreteras.

Sabemos que el presidente dio total respaldo de su gobierno a los proyectos que impulsa Marco Mena, como la vía Apizaco-Tlaxcala, que tendrá un impacto importante en el desarrollo de la región.

Asimismo, hablaron del programa de combate a la pobreza que proyecta Mena Rodríguez, denominado “Supérate”, que cerrará la pinza con los programas que desarrolla el nuevo gobierno federal, y que son coincidentes en propósito a las metas estatales.

Vale la pena destacar que al presidente se le vio muy contento durante su estancia, de hecho, reconoció públicamente las facilidades que el gobernador dio para la descentralización de la Secretaría de Cultura, así como las gestiones para que Tlaxcala ingresara al plan nacional carretero con proyectos que suman una bolsa de 680 millones de pesos.

AUSENTES

A quienes no les cayó muy bien la visita fue tanto a la súper delegada Lorena Cuéllar, así como a los levantadedos locales.

Por indicaciones de la Presidencia, la empleada del mandatario nacional no fue colocada en el presídium, tampoco estuvo en la reunión privada con el gobernador.

Lo mismo pasó con los diputados, a ninguno se le autorizó estar junto a López Obrador y, para su desgracia, no los acomodaron en primera fila como pedían estos desvergonzados y nada austeros personajes.

Debido a que fueron relegados, la virreina acarreó a varios de sus simpatizantes para armar una rechifla contra el gobernador, sin embargo la provocación no tuvo el efecto esperado en el Presidente.

TOLERANCIA

A colación de la visita,  Andrés Manuel López Obrador mostró tolerancia a las protestas que llegaron al Centro Expositor.

Por más que se rasguen las vestiduras, lo cierto es que tanto a Lorena Cuéllar como a los diputados locales de la Cuarta Transformación les quedó muy grande el puesto, bastaron sólo algunos días de funciones para mostrar su incompetencia.

La cerrazón de la coordinadora de delegaciones, aunado a su falta de trabajo para levantar bandera blanca en el censo del bienestar, con las reglas que le marcó el presidente, derivó en que campesinos le cerraran la delegación el miércoles.

A lo anterior se le sumaron las quejas de los responsables de guarderías infantiles de Sedesol y madres beneficiarias. Para rematar, a los inconformes se le agregaron docentes despedidos a quienes les prometió que serían reinstalados en cuanto el presidente López Obrador llegara a Palacio Nacional.

Lo mismo ocurre con los levantadedos locales quienes protegieron al alcalde de Ixtenco, Miguel Ángel Caballero Yonca y lo dejaron regresar al cargo sin resolver ni atender juicios políticos y múltiples denuncias en su contra que van desde nepotismo hasta malversación de recursos públicos.

Ante la falta de atención de los funcionarios federales, así como de los diputados locales, prefirieron acudir al evento presidencial para expresar su malestar y pedir la ayuda del mandatario nacional.

Y aunque las ladinas y ahora amargadas plumas al servicio de Lore, y de los asambleístas morenos, quieren protegerlos en su nicho para que nadie la toque, lo cierto es que sus errores no se pueden tapar ni disfrazar culpando a otros de su incompetencia.

Por cierto que estos porros de la letra mal escrita, ayer también se estrenaron como porra oficialista.