Candil de la calle…
8 de octubre - 2018

Por Edgardo Cabrera

Como si no fuera mucho y preocupante su diarrea verbal, su comportamiento Don Juanesco, su desinterés por los sectores vulnerables y el haber sido evidenciado por copión en el proceso de evaluación realizado por el Congreso, ahora nos enteramos de su hobby por viajar con cargo al presupuesto del organismo donde detenta la presidencia.

Resulta que mientras en Apizaco padres de familia realizaban una marcha en contra del bullying y en solidaridad con el adolescente al que le extirparon el bazo tras una golpiza que le propinó un grupo de sus compañeros, el ombuscopión andaba de viaje en Orlando, Florida.

Por ello es que el día de esa sentida protesta no hubo el mínimo pronunciamiento de quien se supone tendría que ser el primer defensor de las víctimas y activo combatiente de las agresiones a los grupos minoritarios.

También ahora entendemos porqué en su oficina tampoco nadie se preocupó por condenar los postes antimigrantes colocados por Ferrosur y que provocaron la mutilación de un migrante centroamericano la semana pasada.

Tampoco hubo un pronunciamiento ni se abrió un expediente para indagar la presunta agresión contra otro migrante más en Apizaco el que, según la denuncia de vecinos, fue víctima del personal de migración.

Lo que sí queda claro, una vez más, es que Cid goza de impunidad para que nadie en el Congreso del estado lo llame a cuentas, y es que ahora sabemos que uno de sus cuates que tiene metido en la nómina de la CEDH es fiel sirviente de Morena.

Comadrita

Quienes se resisten a dejar de vivir del Congreso es la familia Paredes-Palacios, no conformes con haber incrustado en la nómina a uno de sus retoños y dejarlo basificado en la recta final de la diputación de la matriarca, ahora regresaron remasterizados aprovechándose de una levanta dedos que lleva una Pluma por apellido.

Resulta que en “pago” por haberla apoyado en campaña, la güereja Paredes fue designada asesora de la legisladora que lo único que puede presumir es ser la más joven de la historia de Tlaxcala y haber concluido su bachillerato.

Recordemos que la petista llegó al cargo gracias al tsunami llamado López Obrador tras la imposición de su padre (que detenta el trono de Tlaltelulco) en la candidatura del distrito sarapero.

Ya una vez instalada en el Congreso y para evitar cualquier traición, hábil como la conocemos, la matrona de la familia Paredes-Palacios planeó hacerla comadre de uno de sus nietos con lo que selló ante el mismísimo dios el compromiso para mantenerse cerca del poder.

Ahora con el compadraje, se le agregan dos hilos más para mover a esta autómata que ocupa una curul, ya en otra ocasión hablaremos de los diputados 26 y 27 que despachan desde la misma oficina de la joven Pluma.

Tundeteclas

El sábado amanecí con una triste noticia, había muerto Juan Ramón Nava, miembro de ese grupo de periodistas que vino a relevar a aquellos que conformaron la vieja guardia y que en su mayoría ejercieron la profesión de forma empírica.

Lo conocí cuando fue corresponsal de Reforma y en aquellos años yo apenas empezaba como reportero en Coracyt; en ese momento me inspiró respeto y admiración, cierto, era simplemente por el medio que representaba porque jamás lo había leído ni platicado con él, pero eso cambió años después cuando se volvió uno de mis referentes para informarme y construir una opinión de los actores políticos del estado.

La rueda de la fortuna dio muchas vueltas y le tocó estar abajo después de ocupar cargos tan relevantes como vocero del Congreso y del ayuntamiento capitalino, regresó a hacer lo que realmente le apasionaba: salir a la calle a reportear.

Me tocó coordinar y revisar su material periodístico cuando trabajamos en Pulso, jamás le tuve que modificar ni una coma, era casi perfecta su redacción; la mayoría de sus notas coqueteaban entre el género de la noticia, la opinión y la crónica, ese era su estilo.

Pero también fue en esos años cuando conocí al ser humano, la persona con la que compartí el profundo dolor que provocan los golpes de la vida.

Me tuvo confianza y me contó situaciones muy dolorosas que lo atormentaban, por eso me dio mucho gusto verlo resurgir de las cenizas, emprender una empresa, arrepentirse de muchos errores y darse la oportunidad de realmente amar y ser feliz.

Muchos de sus secretos no se los quiso llevar a la tumba, los contó a quienes en alguna etapa de su vida estuvieron cerca y eso le ayudó a bien morir. Juan Ramón, descansa en paz.