Mitómanos y desesperados
3 de octubre - 2018

Por Edgardo Cabrera

Los corifeos, lamebotas y plumas ladinas de doña Lore andan desesperados por construir escenarios fantasiosos sin importar atropellar no sólo a sus adversarios, sino también a sus correligionarios y aliados políticos.

Su modus operandi consiste en acomodar los hechos según su conveniencia e interés, por ejemplo, el celo político a Joel Molina los llevó a asegurar semanas atrás que sería removido de la dirigencia por supuestamente entrometerse en las decisiones de los diputados locales, pero no fue así, por el contrario, el propio hijo de AMLO lo ratificó por un año más en el cargo.

Para no quedar evidenciados de nueva cuenta como mentirosos, fieles a su estilo acomodaron los hechos a su modo y aseguraron que la continuidad de la dirigencia de Joel fue “un castigo”, algo que solamente ellos leyeron así.

Pero los embates no sólo son contra Joel, en la mira también tienen al coordinador parlamentario, Víctor Báez.

El berrinche es porque no les gusta que figure mediáticamente, lo quieren calladito y disciplinado, además exigen que se cumplan las órdenes de Lore para imponer directores en el congreso y darles a los fifís de la diputada federal el control de áreas como Comunicación Social para seguir golpeando con sus calumnias a sus oponentes.

A los Morenos no gratos para Lore y sus corifeos se suman los nombres de Mayra Vázquez Velázquez, Jesús Rolando Pérez Saavedra, José María Méndez Salgado, Patricia Jaramillo García, Rafael Ortega Blancas, Ramiro Vivanco Chedraui, y Miguel Piedras Díaz a quienes ya hasta acusan de supuestamente recibir prebendas del gobierno estatal.

Al enorme costal de sus enemigos políticos también se agregan los senadores José Antonio Álvarez Lima y Ana Lilia Rivera, más los que se acumulen esta semana porque es claro que quienes osen brillar más que su patrona o la critiquen están condenados a la furia de sus fifís.

La última

En su más reciente treta, estos mitómanos convenencieros se aventaron la puntada de asegurar que la semana pasada, durante la visita de Andrés Manuel López Obrador a Tlaxcala, el presidente electo había acudido a la casa de Lore a comer.

La realidad es que no fue así, ni tuvo encuentro privado ni acudió a comer con ella.

La verdad es que ese día después de la reunión con el gobernador Marco Mena y de la conferencia de prensa, se dirigió a un restaurante ubicado sobre la carretera Tlaxcala-Puebla donde estuvo en compañía de la dirigencia estatal morenista.

En ese lugar, además de compartir alimentos, se planchó la continuidad de Joel Molina, algo que obviamente no gustó a los lorenistas, como tampoco la camaradería entre el presidente electo y el gobernador.

No cabe duda, el poder ya los enloqueció y sus fifís andan con la correa bien puesta cumpliendo sus paranoias.