Sancionar la traición
11 de julio - 2018

Por Iliana Navarro

El dirigente estatal del PRI, Roberto Lima Morales, estimó que los procedimientos en contra de militantes que traicionaron al partido durante el pasado proceso electoral tardaría alrededor de tres meses.

Durante este periodo, se aplicarán las sanciones establecidas en los estatutos contra quienes no mostraron lealtad al PRI, y simularon apoyo a sus candidatos.

El proceso de depuración del partido será importante para sacudirse de cuadros que se sirvieron de las siglas del tricolor para lograr beneficios personales.

La revisión responsable de evidencias o indicios debe conducir al restablecimiento de la disciplina y la institucionalidad intrapartidarias.

Y se debe inhibir la impunidad, precisamente, para no menguar la fortaleza partidaria, como le ha sucedido al PAN y al PRD, cuyas estructuras se han debilitado por falta de autoridad y rigor estatutario.

CASTIGO A LA DESLEALTAD.

Y ya que hablamos de lealtad, conviene tener muy claro lo que implica.

Por definición se refiere al sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien o algo.

Para nadie es desconocido que las autoridades que ocupan cargos de elección popular provienen de un partido, y que a menudo, sus equipos de trabajo se integran por cuadros que sirvieron en campaña.

Ante tal circunstancia, es claro que quieren se incorporan a una administración son simpatizantes o militantes del partido o coalición que ganó en los comicios que antecedieron el cambio de gobierno.

Entonces, sí, es deslealtad la indiferencia y la apatía, la falta de compromiso en el desempeño de la función pública, expresarse mal del propio gobierno y no alinear las simpatías políticas a la propuesta electoral del partido del cual emana el gobierno.

Habrá quienes aleguen lo contrario, pero es contradictorio formar parte de una administración y votar por fuerzas opositoras a los colores y las siglas con los cuales esta se relaciona.

ALIADOS SIN COMPROMISO.

La candidatura común que el PRI pactó con sus aliados (PVEM, PANAL y PS) le resultó contraproducente.

Literalmente, ello le abrió la puerta a que estos partidos salvaran sus registros.

Durante los tres meses de campaña, fue el tricolor el que se esforzó por sacar adelante la coalición “Todos por México”, mientras que sus aliados se confiaron en que la tarea estaba hecha.

Ahora, el PRI tendrá que repensar qué tal útil es establecer alianzas porque, al menos en esta ocasión, el compromiso no fue recíproco, al cargar con el Verde, Nueva Alianza y el Socialista, cuyos líderes no han salido a asumir la responsabilidad que les toca en los resultados de la elección.

Ojalá los diputados locales del convenio de candidatura común, electos por la vía plurinominal, tengan muy claro que le deben mucho al PRI, y por supuesto, al primer priista de la entidad