Guerra sucia y campañas
18 de junio - 2018

Por David Pérez Toriz

La guerra sucia en la política continua hasta nuestros últimos tiempos un instrumento más utilizado que ha tenido un éxito rotundo, se usa como estrategia para debilitar, desprestigiar y vulnerar al candidato de oposición. Y esta estrategia tiene mayor relevancia en las sociedades con una cultura política de baja información o donde la diversidad  social es demasiada, en esta campaña 2018 se ha caracterizado por ser una guerra sucia basta con ver, escuchar durante el primer mes a los candidatos a la presidencia de la república como en forma directa se sacaron sus trapitos al sol exhibiéndose en los debates.

La guerra sucia exhibe lo peor de los partidos políticos mexicanos, muestra lo siniestros que son los grupos internos que la promueven, los militantes que la ejecutan y los líderes que la avalan. No hay leyes que la impidan y a las autoridades electorales resultan ser incapaces de detener y sancionar a los participantes a pesar que mencionen que aplicarán la ley, ley que sabemos que nunca se aplicará porque perece que en política y en amor todo se vale.

No solo a nivel federal o nacional, sino también en cada distrito electoral de Tlaxcala se ha visto a grupos involucrados en la guerra sucia electoral quienes están dispuestos a todo con tal de que los contrincantes no les arrebaten el poder, ponerles piedras en el camino ante la certeza de que lleguen a fortalecerse. A unas semanas de que cierren las campañas electorales en los distritos de Tlaxcala actores políticos recurren a cualquier artimaña ilegal, no ética para tundir o golpetear a los opositores, muchas ocasiones el golpeteo es interno compañeros suyos, a los que tampoco respetan para tener el poder y lograr sus objetivos personales o grupales.

Hoy en día las redes sociales se han convertido en un arma letal, en forma vertiginosa las descalificaciones, los insultos, la guerra sucia anónima, los memes llega a personas hasta el último rincón de un municipio. Las declaraciones infundadas, y los panfletos que por años se siguen tirando en las calles, otra fase de la guerra sucia electoral adquiere otra dimensión cuando se fomenta no sólo desde los partidos políticos, de alguno de sus subgrupos o desde alguna institución política o gubernamental la cual adquiere una fuerza e impacto considerable.

Estamos en un proceso electoral en el que la guerra sucia empezó y conforme pase el tiempo es previsible que arrecie. Se advierte en las redes sociales, donde se difama, miente o desinforma, desde “usuarios fantasmas” conocidos como bots, cuentas falsas o hackers. La guerra sucia y la manipulación son dos cosas que van de la mano, como dos vías de ferrocarril que no existe una sin la otra.

Lo importante de ello es que debe existir una conciencia ciudadana y un criterio propio del grueso de la población que el apasionamiento electorero no conlleve a conflictos de grupo o sociales, que a pesar de existir una guerra sucia, la civilidad electoral debe prevalecer  como lo han dicho varios personajes de la política tlaxcalteca, las campañas terminan hay ganadores y perdedores, la vida continua, y Tlaxcala por ser un estado pequeño continuaremos viéndonos en cualquier lugar y espacio.

Para muchos políticos hoy son adversarios en la contienda electoral, pero en el siguiente  proceso irán en coalición e incluso en la misma fórmula como candidatos pues será nuevamente otra guerra sucia por otros grupos de oposición.

Señalar las cosas mal hechas de los candidatos, repudiar  sus conductas, evidenciar su actuar no sería lo malo, sino lo malo e incorrecto es inventarle cosas, exponer a su familia, ligarlo a terceras personas  donde no tiene nada que ver.