Populismo fantasioso
18 de abril - 2018

Por Marcos L. Tecuapacho

Con las campañas presidenciales, llegaron muchas propuestas. Las peores son aquellas que resultan utópicas.

Hay propuestas que comprometen lo que no se puede cumplir. Y a menudo, resultan las más peligrosas para el desarrollo del país, ya que tienen la capacidad de engañar al elector desinformado, precisamente, porque suenan bien y apelan a lo que se anhela, pero carecen de viabilidad.

Una de estas propuestas es que en México se produzca la gasolina para que baje de precio. Sin embargo, los expertos indican que esto es técnicamente imposible en este momento por falta de infraestructura. Tan es así que, si pudiéramos producirla, no la estaríamos comprando. Además, hay compromisos firmados para la compra de combustible de cuyo cumplimiento depende también la estabilidad de la economía.

En materia agrícola, hay quien ofrece que las tiendas Diconsa no solo sean puntos de abasto, sino de compra de cosechas para los campesinos. Pero desde el punto de vista logístico, de infraestructura y de competencia, resulta francamente inviable. De hecho, actualmente estamos exportando alimentos como nunca en la historia, lo que advierte nuestra capacidad productiva y de mercado, por lo que la iniciativa advierte cómo una distorsión ideológica afecta su pertinencia en términos económica.

También hemos escuchado sobre la venta del avión presidencial, sobre la conversión de helicópteros en ambulancias aéreas, y sobre la transformación de Los Pinos en un centro cultural; no obstante, hay que detenerse a pensar lo que todo ello implica.

En primer lugar, si se vende esa aeronave por costosa, otra tendrá que emplear -y pagar- la institución presidencial; en segundo, la adaptación de helicópteros puede ser aún más costosa que la adquisición de ambulancia aéreas que, por cierto, no sabemos si serían para la SSA, el IMSS, el ISSSTE, u alguna institución en particular; y tercero, no conocemos el estatus legal de la residencia oficial de Los Pinos y si cuenta con las condiciones para cumplir una función cultural, aunque se suponga que las tiene. Lo cierto es que en algún lugar deberá vivir y despachar el Presidente que, queramos o no, no es un mexicano más, sino el representante de nuestro país ante el mundo.

Hay incluso quien abrió debate sobre el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, porque supuestamente se puede construir en otra parte y más barato, cuando los estudios técnicos demuestran que no es así.

Hablamos de la obra más moderna en este sector en el mundo para satisfacer la demanda de la mayor concentración poblacional del país, localizada en la zona conurbada de la Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Morelos y el Estado de México.

Si se hace en Santa Lucia, ¿qué se hará con la base de la Fuerza Aérea Mexicana?, ¿desaparecerla como se pretende hacerlo con el Estado Mayor Presidencial, la institución encargada de la seguridad y operación de las actividades presidenciales?

Evidentemente, estamos ante deseos redentores que no se basan en el rigor de un análisis serio, sino en un juego de apariencias que revela un desconocimiento de la manera en que funciona la Presidencia de la República y cómo se conduce un país. Ese populismo fantasioso que arrea quimeras en busca de votos es como las buenas borracheras: la resaca será inevitable.

Comentarios: marcosl.tecuapacho@gmail.com