Campañas surrealistas
12 de abril - 2018

Por Mauricio Hernández Olaiz

Sólo con dos semanas de campaña nos deja aventurarnos con este término que, per se, nos permite dimensionar el absurdo vacío y el excesivo matiz de cinismo, tan de moda en la política mexicana de un tiempo a la fecha.

El surrealismo o superrealismo es un concepto que proviene del francés surréalisme. Se trata de un movimiento literario y artístico que busca trascender lo real a partir del impulso psíquico de lo imaginario y lo irracional. Y que puede haber más irracional que las propias campañas, no importa el punto geográfico, el partido o el candidato, es la irracionalidad aderezada de ese cínico sabor lo que compone este surrealismo mexicanote que en nada abona para acabar con el desencanto social.

Dicen que cuando el padre del surrealismo francés, André Bretón, llegó a México a principios del siglo XX, no tuvo más remedio que reconocer que sus teorías artísticas eran poca cosa ante el surrealismo de la vida cotidiana de los mexicanos, ¿que podría pensar hoy ante las propuestas de los aspirantes?, tratando de vender ese mundo de fantasía en el que viven y que ahora, en su estancia obligada entre los mortales, no acaban de asimilar que simplemente es otra cosa ,otro espacio, al que ellos están acostumbrados gracias a sus canonjías, tráfico de influencias y corrupción.

Desde las más viejas prácticas, que van de las amenazas y extorsiones de Blanca Águila en su sector sindical, hasta las petulantes y hasta hirientes encuestas de Policy Innovation & Social Data Science, el PRIISMO de Tlaxcala, tan aplaudido por su aparente organización y muestra de músculo en el domo blanco, no apuesta demasiado por encontrar caminos alternos que les permitan acercarse un poco al interés del electorado, el cínico discurso de Ochoa Reza; ya desde hace semanas silenciado, y hasta la absurda afirmación de su aspirante Meade de que mantendrá las pensiones a los ex presidentes – a pesar de que es una medida claramente impopular, no ayuda en nada al tricolor estatal, sobre todo cuando el junior de sus colores se avienta la afirmación, si certera, pero asquerosamente demagógica, de que “Las políticas públicas se hacen en el campo, no atrás de un escritorio” nada más cierto, pero a su vez, nada más falso, surrealismo puro del hijo en el poder, amparado en su herencia.

Pero no debemos confundir el surrealismo de campaña del PRI con su surrealismo gobernante, pues en este último ha sabido aparentar los trazos, pero que la evolución propia del gran elector le ha ocasionado caer en frases tan absurdas como la de asegurar que va a aniquilar aquello de lo que ha vivido, la corrupción. Un flagelo que es cultural, según su pensador más elocuente, aquel que privilegia la trampa,- y luego se sorprenden porque no hay fondos, dinero, para la investigación y la cultura, si todo se adquiere con el copy – paste de la impunidad.

Pero este surrealismo electoral, no es propiedad exclusiva del que lleva el color de la bandera de todos, es fenómeno global de los partidos y hasta de sus aparentes independientes, igual liberales que conservadores. A caballo, a pie o en avión privado, recorren el municipio, el estado, el país entero, con la misma señal desesperante del discurso demagogo, hueco, con verdades a medias y mentiras completas.

Hoy ni Bretón, ni ningún otro surrealista que se respete, podrían alcanzar los niveles surrealistas de la política y los políticos mexicanos. Personajes casi de novela involucrados en actos de corrupción, la red de complicidades e historias con una trama que no se encuentran ni las últimas novelas de Carlos Fuentes, que pese a sus esfuerzos por evitar que llegara el que no lo lee o le, diría Nuño, llegó, aunque no tenía derecho, pero si el voto de millones de comprados, interesados y una buena dosis de despistados, igual basados en la ignorancia, una que sigue preocupantemente vigente, pues no son pocos los que conocen de memoria la alineación de la banda el recodo o del América, pero son incapaces de nombrar en su totalidad a los aspirantes presidenciales, que esperanzas de que puedan saber  quienes aspiran al congreso o hasta su propia comunidad, lo peor es que es ignorancia llena de vale madrismo.

Pero en este concepto de campañas surrealistas, decía ya, hay corrientes específicas igual de necias, igual de irracionales y contradictorias, como la mesiánica – bautista, basada en la incongruencia de un cambio total pero cimentada en lo mismo, construida por las mismas manos que en el pasado gestaron la caída y construyeron la inequidad. Aunque vende una aparente transformación por más que quiere no oculta su autoritarismo, similar al de los viejos “estadistas” que ya nos gobernaron y cobran su pensión, porque igual Andrés Manuel nos muestra su forma de interpretar a la nación con un matiz de colores vivos y llamativos, pero no alcanza a dejar de lado sus profundos claro – oscuros y la poca imaginativa en sus trazos.

Porque igual en su documental se mofa de aquellos que lo encasillan en el lienzo del dictador, pero igual en entrevista no puede negar su ser con el “Pues no llegué”, frase que podría convertirse en premonitoria el primero de julio si sigue permitiendo que su otro yo se le aparezca de nuevo.

Y es que mientras sus rivales se truenan los dedos y exprimen la cabeza para encontrar la manera de bajarle de la cima en la que lo ponen los encuestadores, el mismo les abre la puerta, al mostrar su cerrazón y necedad cuanto las preguntas lo acorralan, solo con darle una probadita de cómo vivimos en verdad los mortales. El peor enemigo de AMLO se llama Andrés Manuel, en quien viven al mismo surrealista tiempo, artista, mecenas y crítico, por ello lo confuso y cuestionado de sus obras.

El surrealismo moderno, el dizque avanzado, lo encabeza Anaya, quien dicen es capaz de vender a su madre a cambio de lograr sus objetivos, por ello no tuvo empacho en aniquilar a un partido, a veces socio y otras opositor del fáctico poder, pero con su esencia propia. Anaya en pocos trazos lo desdibujo y cuál Dr. Frankenstein creo un frente, que de mentira ciudadano, pasó a tecnologizado.

Irracional verle vituperando a las reformas estructurales, cuando no hace poco, cuando el PAN solo era el PAN, las defendió como López Portillo prometió defender al peso…”como un perro”, pero ahora ese que fue un fiel amigo de los pinos, las encuentra aberrantes, las descalifica, como en su momento igual lo hizo con el financiamiento a los partidos pero que hoy convenientemente olvida, de todos es el que me parece más peligroso, pues no tiene empacho en olvidar de un plumazo su surrelista trayectoria para emprender otra si es lo que más conviene a sus intereses.

Pero en ese surrealismo político no pueden quedar fuera los independientes, que de ser uno ahora ya son dos y pueden ser tres, pues el tribunal no deja de sorprender con sus cambios de humor y de interpretación judicial. De entrada…¿Qué puede ser más surrealista que el ver espacios  ciudadanos ocupados por políticos? No son, ni serán pronto, espacios verdaderos del mortal, solo fue una broma pesada de la clase en él poder, una que ni en el imaginativo de García Márquez apareció, ni cercano a Macondo o como estrategia del Coronel Aureliano Buendía.

Así pues las surrealistas campañas llegan y nos empapan de su hedor, pero al igual que los presidenciables, los de abajo, las huestes que les siguen y que aspiran a su curul o escaño no son muy diferentes y en Tlaxcala, hasta hilarantes, pero eso..eso lo dejaremos para otra ocasión, pues el espacio se terminó, pero no las ideas , por eso lo espero dentro de 8 días, si dios y las campañas surrealistas lo permiten.

@olaizmau