La gran diferencia
8 de marzo - 2018

Por Mauricio Hernández Olaiz

Decía el Argentino César Luis Menotti de manera elocuente, que aquel jugador que no conoce los fundamentos básicos del fútbol puede representar un grave riesgo para el equipo en la cancha, pero aquel que los conoce y no los aplica, no solo es un riesgo, es un hijo de puta.

Cuando Humberto Moreira era presidente del CEN del PRI, definió, en un spot televisivo, muy claramente para qué sirven los políticos. Lejos estaban los tiempos de reclusión en España, el desprestigio, la corrupción, eran los tiempos previos a Peña Nieto, y Moreira sin empacho se definía como parte de la nueva generación de políticos, la misma generación de Beto Borge, de César y Javier Duarte, políticos que arrancaban sus tiempos en el poder, vendían modernidad y visión de un cambio por un futuro próspero y esperanzador.

¿Para qué sirven los políticos?, se preguntaba Moreira, el mismo respondía sin tapujos “Sirven para servir y si no sirven para eso, no sirven para nada”. Cuando circulaba este spot ya Humberto Moreira había dejado hundido en deudas a Coahuila, su paso como gobernador fue como un tornado devastador , implacable y hasta quirúrgico, el miedo sembrado cosechaba silencio cómplice en un pueblo que con recelo y temor veía a su hermano Rubén tomar las riendas, la pesadilla estaba lejos de acabar.

Parece broma que un personaje así definiera tan claramente el deber ser de los políticos. La gran diferencia entre el Ser y el Deber Ser, radica en los valores morales y éticos que tengan en sus adentros los individuos de una sociedad, solo aquellos individuos que tengan claro cuáles son los valores morales y éticos que deben regir su vida dentro de la sociedad, serán capaces de llevar adelante una vida enmarcada dentro de lo que en filosofía se le ha dado por llamar, “el Deber Ser”.

Por otro lado, aquellos individuos que no posean unos fuertes y arraigados valores morales y éticos o los que posean, nada tengan que ver con la sociedad en la que conviven, serán aquellos individuos que privilegien al Ser, es decir, al individualismo ante todo, el progreso individual a costa de lo que sea, sin importar en la mayoría de los casos, ni el más mínimo valor moral o ético, en pocas palabras, cuando un individuo es capaz de privilegiar su individualismo o su Ser, por encima del bien común o el Deber Ser, estará aplicando la máxima universal achacada a Maquiavelo, de que “el fin justifica los medios”, el fin y los medios todos los conocemos de sobra.

Pese a ello parecería repetirse hoy, a raja tabla, el predominio del ser, del jugador hijo de puta, que justifica la guerra interminable de lodo, el desprestigio, la escasa propuesta, el engaño y la diatriba en busca del fin máximo, el poder, que no solo es representado por una silla presidencial, pues también hay curules, escaños y sillas de magistrados, no están exentos ninguno de los protagonistas de los tres poderes de la unión, pero el poder judicial se cuece aparte pues no hay ciudadano que meta mano, no tenemos voz ni voto, ni cuando exigimos justicia, la cual solicitamos en otros espacios, a otros poderes, que no son los facultados para ejercerla, pero que si son responsables de encaminarla y sustentarla pero que lo obvian porque simplemente no acaban de aceptar que su deber ser es el de servir.

Pero esta nueva temporada electoral, no solo está llena de los vicios de antes, ahora está recargada con un profundo cinismo. Si ya en el pasado el poder le apostaba a la eterna amnesia nacional, ahora ante la ola impresentable de evidencias de la ausencia del deber ser, de hechos tan cuestionables que no pueden ser removidos de la mente del colectivo, el cínico esfuerzo por obviarlo es el camino de todos para confundir, nadie se explica como el candidato del PRI se afiance a la bandera de la lucha contra la corrupción, nadie entiende como el de Morena enarbole su lucha contra la mafia del poder arropado por personajes miembros de esa mafia en el poder, nadie acaba por comprender como el abanderado del frente prometa acabar con aquello que el mismo ayudó a construir, de hablar de democracia cuando se impuso a él y a los suyos en las vitrinas que de tan claras son turbias, pero que hoy arriesga el todo por el todo al garantizar que romperá el pacto de impunidad luego de ver volcadas en su contra a las instituciones.

Y es precisamente el reconocimiento de esa ley no escrita, de ese pacto en el que todos se protegen la espalda, el reconocimiento flagrante del ser por encima de todo, del síntoma más claro de la era del cinismo político. Este mal no es mexicano, en todos lados se cuecen habas, pero apremiados a copiar lo malo, nadie apuesta por encontrar a personajes que representen el verdadero significado de ser político, pero no es que no se sepa, simplemente no conviene.

¿Quién quiere ser como José Mujica?, aplaudido, reconocido pero pobre, es preferible ser abucheado y descalificado, pero rico, con el poder de hacer y deshacer, de dar salarios millonarios a los hijos. Frente a las burlas y descalificaciones, su piel está ya curtida, el dinero le cura todo y compra todo, porque nadie somos capaces de actuar en consecuencia.

La ´política es un gran negocio, la muestra nos la dan todos los partidos políticos, su lucha intestina en busca del hueso nos muestra el lado más negro del ser político, ausente por completo el deber ser, nadie está en contra de que hagan dinero, pero en la industria o el comercio, pero la mayoría de ellos en esas áreas se mueren de hambre, por eso siguen siendo políticos, por eso el miedo a perder el hueso, y ante su inevitable detrimento, la búsqueda de más tesoros a costa de lo que sea para zanjear los años alejados del poder.

Pero pese a que la tierra, la madre naturaleza se volvió a cimbrar, como buscando hacernos recordar aquello que nos movió a la reflexión, a cuestionar a los partidos y su financiamiento, a exigir no darles un peso más – no hay que olvidar que el propio Anaya salió a presentar la iniciativa para el fin del financiamiento público a los institutos políticos – pero en la pre campaña nadie habló de eso, nadie lo tiene ya en agenda, pues simplemente se nos olvidó a nosotros, no esperemos un nuevo temblor, debemos como ciudadanos marcar la agenda de los candidatos y tenemos los medios, hace 6 años no lo sabíamos hacer, hoy es imperdonable que no lo hagamos, pero depende de cada uno, depende de cada quién, pues ellos no les ocupa ni preocupa seguir siendo, como lo decía Menotti, hijos de puta, esa es la gran diferencia.

@olaizmau