Eso lo dijiste tu, no yo: Necios tras el volante
7 de marzo - 2018

Por Alfredo González

Queda claro que la tragedia de la Autopista de la muerte tuvo más de un responsable, un hecho que pintó de negro y tragedia más de media docena de hogares que si bien no podía predecirse, pudo evitarse o al menos aminorar el daño causado.

La irresponsabilidad del chofer es solo uno de los ingredientes de esa melcocha llamada tragedia, una circunstancia banal que se suma a factores que más allá de ayudar a quienes padecieron esa fatídica tarde, terminó dando la palada final sobre sus féretros.

Y debemos voltear a ver más allá de lo evidente, pues el sobrecupo de la unidad, el estado mecánico de la misma y hasta los propios metales de su estructura en nada abonan a la seguridad, una potencial trampa mortal con ruedas en la que día con día los Tlaxcaltecas y mexicanos se trasladan en toda esta tierra.

Y es que si bien nadie obligó a los pasajeros a abordar la unidad que los llevaría a sus hogares, tampoco nadie les impidió hacerlo en condiciones inseguras, el viajar de pie en el transporte público obedece en muchos de los casos a una necesidad de premura, las prisas y la necesidad no siempre serán la mejor compañía en los traslados, el problema señores, es que nadie impidió que lo hicieran, ni el chófer, ni la autoridad, y por lo visto mucho menos los propios usuarios que hoy sufren parte de las consecuencias.

Algo que también es cierto, es que en México las condiciones de los autos no son las mejores, pues si bien muchos tenemos con esfuerzos uno, o motocicleta o carreta para trasladados, lo hacemos en función de las posibilidades económicas, y no precisamente en función de nuestra seguridad, de nuestra integridad, pues aunque es vergonzoso reconocerlo, preferimos viajar sobre bocinas y luces con ruedas a viajar de manera segura ¡Y con cinturón de seguridad!.

La idiosincrasia y costumbre popular en México es simple, concreta y hasta burda si quiere, podremos quitar a nuestras carcachas los cinturones de seguridad, los postes de la carrocería, bolsas de aire y en algunos casos hasta el ABS, pero jamás, bajo ninguna circunstancia le quitarán en bendito autoestéreo, los bafles y bocinas de la cajuela o las luces de colores.

Esta misma idea la transmiten a los más altos escalones de la industria automotriz mexicana, donde por razones aún incomprensibles la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz tiene una policía relajada en cuanto a seguridad se refiere, pues al parecer las condiciones de manejo seguras en este país sigue siendo un lujo que pocos pueden o quieren pagar.

Déjeme explicarle, pues contrario a lo que hacen países del viejo continente o nuestros vecinos del norte, donde la incorporación de bolsas de aire, al menos cuatro o seis por vehículo, sistemas de control de estabilidad, asistencia de frenado y control de tracción sobre obligatorios ¡La canasta básica en esos lares!, en estos rumbos no se les exige más que una bolsa de aire, una sola oportunidad par salvar vidas… y que por cierto se reserva para el conductor.

Y es desde ahí donde nace uno más de los problemas del caldo de la tragedia, el descuido y desatención a este tipo de necesidades y previsiones que poco o nada han importado para el transporte de los mexicanos, y aún menos en transporte público.

El problema, es que además de la dejadez en los estándares y requerimientos mínimos en el marcado mexicano para permitir que vehículos así circulen, la poca cultura vial, el poco respeto a las leyes y el creciente uso de distractores nos ha convertido en un sociedad que tiende a la autoaniquilacion a base de accidentes y tragedias motivadas por el descuido y la imprudencia.

Y las leyes ¿Cuándo?

Como en toda receta, no podíamos dejar fuera de la ecuación la sal y la pimienta del pastel, pues si bien parte de la normativa legal en cuanto a las exigencias es sólo una de las aristas legales, el reglamento de vialidad y Tránsito en Tlaxcala está más desfasado y arcaico que los propios semáforos en la capital, y eso que muchos ya lucen sus últimas horas de vida, a excepción del nuevo lujo de la alcaldesa en el primer cuadro de la ciudad.

Sin embargo, el problema de la alta incidencia de accidentes y percances no sólo en Tlaxcala sino a nivel nacional es mucho más complejo que un par de campañas de concientización para oídos sordos… Es como creer que todo se soluciona con votar por «ya sabes quién».

Y aunque la idea de bajarle dos rayitas es una buena intención, a la larga solo será una aspirina para el cáncer, cáncer que necesita una actualización y reforma a la ley de fondo que incluya taaaaantas cosas como el nuevo diccionario de la RAE.

Una propuesta novedosa, que entre otras cosas contemple sanciones severas por el uso de celular sin manos ni responsables durante la conducción, el enviar mensajes de texto al volante, así como nuevas estrategias de sanción que además de dotar de dientes nuevos a los cuerpos policiales para «aplicar el reglamento», realmente obligue a un cambio de fondo en la sociedad.

No sería mala idea en lo absoluto verdaderos exámenes de manejo para la expedición de licencias, el uso de tecnologías y aditamentos para el auxilio y complemento en la conducción y control del tránsito, además de incorporar modalidades de transporte alternativo como las famosas plataformas, evitando los berrinches y manipulaciones para imponerlas al margen de la ley claro está.

Necesitamos dar un paso adelante, y no solo en esa normativa, pues la propia AMIA debe enterar que es imperioso el que los automóviles, y sobre todo los fabricantes de autos se vean obligados a colocar verdaderas medidas de seguridad más allá de un par de cinturones de seguridad y una mísera bolsa de aire.

Los mexicanos merecen algo más que una burla de seguridad con ruedas que se ofertan en las distintas agencias y mercados, si bien es verdad que la economía familiar no permite demasiada holgura o diversidad de opciones, no es correcto ni mucho menos viables seguir exponiendo a todos con esos remedos de automóviles a precios risibles… Quien sabe, a este paso tal vez pronto los féretros tengan ruedas y volantes.