El 2 de febrero
31 de enero - 2018

Por Ranulfo Rojas Bretón

Con la fiesta de la Candelaria el día 2 de febrero termina el maratón que muchos empezaron con las fiestas de la Virgen de Guadalupe, siguieron con las posadas, luego las acostaditas, las “levantaditas y luego la rosca de reyes así que con ello se aseguró que quienes les “tocó niño” tengan que pagar los tamales y atole de la fiesta de la Candelaria.

Estudios dicen que durante estas fiestas se sube de peso porque por el frío se deja de hacer ejercicio y se consumen bebidas calientes y exceso de dulces y chocolates. El problema no es subir de peso sino intentar bajar algunos kilitos, ésta es la tarea que de verdad es más exigente porque subir es fácil, bajar cuesta muchísimo. La gastronomía de estas fiestas es abundante en grasas, harinas y dulces así que la empresa se vuelve más complicada.

A pesar de que el inicio de año es un tiempo de buenos propósitos y uno de ellos casi siempre es bajar de peso. Lo cierto es que pocos lo logran y la razón es simple: hay buenas intenciones pero poco compromiso y disciplina. Por eso se dice que “de buenas intenciones y panzones, están llenos los panteones”. La disciplina no es algo que sea nuestro fuerte y muchos solo “desean cosas” pero no trabajan para lograrlas. La disciplina tal vez sea algo de lo más difícil de lograr porque tendemos a ser inconstantes por eso Emmanuel Kant decía: “lo único constante en el hombre es la inconstancia”. Decimos: “ahora sí” “el próximo lunes”, “ahora si el próximo año”, “ya estoy decidido”, y así muchas de nuestras expresiones pero cuando se trata de poner en práctica aquello que deseamos ya no hay compromiso.

Hemos escuchado que se dice: “si quieres resultados diferentes a los que estás logrando, comienza a hacer cosas diferentes” y es que es verdad porque no se puede bajar de peso comiendo como se come y no haciendo nada de ejercicio. Se tiene que hacer actividades totalmente diferentes y no solo un día u hoy si y mañana no. Se trata de hacerlo siempre así tenga ganas o no las tenga. La gente disciplinada enseña que para lograr algo solo se alcanza si uno repite acciones propuestas siempre. No podemos negar las resistencias que pone el cuerpo. De hecho cuando alguien quiere comenzar a correr, el cuerpo se resiste, aparece la flojera o el cansancio inmediato, los dolores musculares, las distracciones y es como si el cuerpo le dijera a la persona: “no quiero hacer ejercicio” y si alguien quiere disciplinar su cuerpo, tiene que enfrentarse a sí mismo y el espíritu obligar el cuerpo y decirle: “Tú no mandas, aquí mando yo y tendrás que correr”. El proceso de dominio se va alcanzado poco a poco a base de constancia y llega el momento en que se crean hábitos y el cuerpo se dispone a obedecer e incluso comienza a sentir gusto por hacerlo. Llega el momento que el cuerpo ya no se siente bien si no hace ejercicio.

Bueno pues este maratón termina en una fiesta interesante porque el día 2 de febrero tiene varias connotaciones pero una de las más significativas es que esta fiesta ha puesto más el énfasis al significado de la Presentación de Jesús en el Templo. Dice el evangelista Lucas: “Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor”. Ahora es más común en todos los ambientes sea urbano o rural el llevar al presentar al niño al templo y para eso vestirlo. Así que se despliega mucha creatividad según las advocaciones de los llamados “niños Dios”, el Niño Doctor, el Niño de las Palomas, el de las lágrimas, y muchas advocaciones –modos de llamar- que existen. Lo recomendable es no vestirlos de santos, de ángeles, de obispos, de Papa, menos de superhéroes o toreros, futbolistas, etc.