Las antípodas: El Oráculo de Delfos
11 de octubre - 2017

“Conocer bien a los otros es inteligente. Conocerse bien así mismo, es sabiduría”. Albert Einstein.

Por Juan Manuel Cambrón Soria

Delfos es hoy un santuario ubicado junto al monte Parnaso en Grecia, que recibe miles de visitantes cada año; en la antigua Grecia, era una ciudad poderosa, centro cultural donde se celebraban encuentros musicales y deportivos, entre ellos los Juegos Píticos que igualaban en importancia a los olímpicos, aunque se realizaban en fechas distintas y como premio entregaban una corona de laurel en lugar de la de olivo. Cuenta la leyenda de la mitología que el dios Apolo mató a la serpiente de Gea, que resguardaba el oráculo de la diosa Temis, y que de ahí vienen los poderes adivinatorios del Santuario, desde donde se podían predecir sucesos futuros. En él, la o las Pitonisas recibían a consultantes, a quienes se les daba una predicción sobre acontecimientos futuros, y dice la leyenda que nunca fallaban, y que cuando esto ocurría, se atribuía a la incorrecta interpretación del consultante.

Ahora le explico amable lector porque traigo a colación esta historia. A finales de la década de los años 60´s, en los Estados Unidos una corriente dentro de la ciencia política introdujo la realización de estudios demoscópicos, mejor conocidos como encuestas, como un instrumento eficaz para el diseño de estrategias para campañas políticas; los estudios de opinión como herramientas son de alta utilidad porque permiten observar el comportamiento electoral de un grupo dado, en un tiempo determinado.

En nuestro país, fue el ex Presidente de la República Carlos Salinas de Gortari, quien en su sexenio creo una oficina especializada en encuestas, que tenía como tarea principal construir indicadores de aprobación o desaprobación a la tarea gubernamental, buscando nichos de oportunidad para la construcción de estrategias de comunicación de acciones.

Es hasta finales de la década de los noventa, cuando las encuestas comienzan a tener una presencia mayor en la política y en el diseño de campañas, y poco a poco su uso se ha ido acentuando en el ejercicio cotidiano de la política profesional. Sin embargo, en la elección presidencial del año 2012, los encuestadores y las empresas del ramo, comenzaron a vivir una severa crisis de credibilidad entre la población, toda vez que los resultados que arrojó la elección, distaron en mucho de lo que las propias encuestas podían observar en la antesala de la jornada, hubo casos de marcas reconocidas como Mitofsky, GCE o el Periódico Reforma, que tuvieron sesgos de más de 10 puntos porcentuales.

Desde mi punto de vista y experiencia profesional, esto se debe a un error de origen en la expectativa de los estudios de opinión, en una desviación de fondo entre lo que son y no son las investigaciones de esta naturaleza. Las encuestas amable lector, no son procesos de ciencia adivinatoria, no son bolas de cristal ni oráculos de Delfos que predigan el ganador en una elección, no pueden anticipar el resultado de un proceso; y tampoco, la cercanía o lejanía de sus números respecto de los datos oficiales se puede tomar como la capacidad de atinarle o no al resultado.

Las encuestas son un mapa de ruta para la toma de decisiones políticas, son herramientas para definir la estrategia y la táctica electoral, dotan de insumos para el diseño de mensajes y líneas discursivas a partidos o candidatos, son un termómetro que mide el ánimo ciudadano sobre temas de coyuntura, son una especie de barómetro que mide la presión social; en esencia, son el GPS de una campaña política.

Aunado a esto, las diferencias que a veces se presentan entre los datos que una empresa u otra aportan se deben a los marcos metodológicos con que se diseñan las investigaciones; al tipo y calidad del instrumento de levantamiento (los cuestionarios); a las fechas en las que se aplica un ejercicio; al tamaño, técnica y dispersión de la muestra; a la experticia del personal de campo; a la coyuntura política que rodea la elección al momento de medir; en fin, son diversos los factores que inciden en los resultados de una encuesta. Por ello, las encuestas son por sí mismas una fotografía real y válida, pero exclusiva del momento en que se toma, nunca es bueno pensar que el dato que se obtiene permanecerá inmóvil desde el click hasta el día de la elección, ni tampoco es correcto extrapolar esos datos en una línea de tiempo sin calcular variables independientes y externas a los jugadores políticos.

Hecha esta aclaración, es de reconocer el esfuerzo que Gente Tlx y su director hacen por dotar a sus lectores de información útil para el análisis político local, y la reciente encuesta dada a conocer en estás páginas, aporta información relevante para mapear los ánimos ciudadanos y las tendencias electorales rumbo a la elección del 2018. Los números dados a conocer son tan sólo parte del contexto electoral, no son un ejercicio premonitorio, pero sin fijan un norte del momento político que se vive en Tlaxcala.