Las Antípodas: alfil a torre
6 de septiembre - 2017

Por Juan Manuel Cambrón Soria

“La regularidad puede influir al cambio positivo. Siempre hay que buscar retos. Hallar nuevas preguntas. Tener el valor de pensar en grande y confiar en tu potencial y en tus decisiones” Garry Kaspárov

El 2018 está a la vuelta de la esquina.  Las apuestas, adivinadores y apologistas del desastre hacen cálculos y vaticinios cual Nostradamus.  Los interesados, aspirantes y suspirantes a los 3406 cargos en disputa en el país, arman en sus cuartos de guerra sus estrategias, afilan sus flechas y se enfilan a la línea de salida.  Las fuerzas políticas, las formales e informales, mueven sus hilos y se acomodan cual piezas de un ajedrez nacional, donde cada día, peones, caballos, torres y alfiles danzan entre los cuadros negros y blancos tratando de ganar terreno y posiciones, su objetivo, lograr el jaque mate.

La política es de tiempo y circunstancia, además de permanente movimiento.  En esa lógica, lo ocurrido ayer en el INE donde los dirigentes nacionales del PRD, Alejandra Barrales; del PAN, Ricardo Anaya; y de MC, Dante Delgado; presentaron formalmente la intención y registro de marchar juntos hacia los comicios federales del año entrante, cobra una alta relevancia y es un hecho que ha puesto sumamente nerviosos a más de uno.

Un reclamo permanente de los ciudadanos, es que los políticos no somos capaces de ponernos de acuerdo, que las agendas personales son siempre más importantes que las agendas nacionales, que los grandes temas para darle viabilidad al país son supeditados a repartos de candidaturas y a temas de coyuntura.

Lo de ayer es un intento políticamente serio y de una gran envergadura, porque pone frente a la gente, la idea de que el Frente va en serio, que las piezas del tablero se pueden poner de acuerdo y moverse en sintonía, y que primero están las coincidencias por generar un verdadero cambio de régimen en el país (algo que por cierto el PRD ha pugnado desde su fundación).

El documento eje para la conformación de este frente parte de tres ideas base “ni la corrupción es cultural, ni la desigualdad es natural, ni la violencia es inevitable”; y sobre ellas se está bordando el programa que abanderará la coalición de gobierno y la coalición legislativa que le den rumbo, certidumbre, legitimidad, estabilidad y viabilidad al siguiente gobierno.

En esta óptica las fuerzas políticas “no apostamos por un cambio de partido en el poder, ni de personas en los cargos. Nos unen causas y propósitos de construir un nuevo régimen” que promueva el desarrollo, reduzca la desigualdad social y económica, devuelva la tranquilidad a las familias, detone la actividad económica, entre otros.

Es decir, y permítame insistir en esta idea amable lector, que se está poniendo por delante lo programático, antes que lo pragmático; que todos estamos entendidos que el cambio en el país no se logra por decreto, por dedazos mesiánicas, ni por la voluntad de un solo hombre; por el contrario, que la suma de esfuerzos, visiones, trabajo, talentos, todos en un ambiente democrático y de respeto, será la base para lograr ese cambio.

La de ayer, volviendo a la analogía del ajedrez, sería como un movimiento agresivo, algo así como un “doble ataque por descubierta”, adelantamos piezas, y aunque aún no llegamos al jaque mate, seguimos avanzando.

Sin embargo, los retos no están zanjados ni las vicisitudes borradas, vendrán embates de los adversarios, intentos del PRI y del Gobierno por destruir lo edificado; descalificaciones, amenazas y chantajes virulentos en redes; las tentaciones de patear el tablero están presentes.  Los días y semanas siguientes son de alto riesgo y de cuidado estratégico; seguiremos apostando y aportando, para que esta tercera vía rumbo al 2018, sea la de mayor aceptación entre los mexicanos.