2018: Alianzas y sus demonios
5 de septiembre - 2017

Por Edgardo Cabrera

Si bien son una opción, quizá la más viable para acceder al poder, las alianzas, coaliciones, frentes amplios, movimientos o como le quieran poner, no son la panacea, son parte esencial pero por sí solas no garantizan la victoria.

Morena y PRI tal parece que no tendrán mayor conflicto en la construcción de sus bloques que competirán en las elecciones federales, mismos acuerdos que se replicarán en los estados.

Los del Movimiento de Regeneración Nacional van con el PT y no hay vuelta de hoja en la decisión que tomará López Obrador para el palomeo de las candidaturas, desde la presidencial hasta las que tienen que ver con las diputaciones locales y federales, así como las senadurías.

En el PRI casi es un hecho que repetirán en el plano nacional la fórmula integrada por el Verde Ecologista y Nueva Alianza, al igual que en Morena, la decisión para el reparto de candidaturas es de un solo hombre: Enrique Peña Nieto.

En el plano local ambos partidos no tienen margen de maniobra para las alianzas a pesar de que se concursa de manera concurrente la elección por la renovación del Congreso local, dependerán de las decisiones nacionales para pactar acuerdos con los 2 institutos locales, PAC y PS.

El Frente

Por el otro lado están panistas y perredistas quienes desde hace semanas hablan de un Frente Amplio Democrático contra el PRI y Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo ante la falta de un líder máximo o moral, antes de pensar en sus adversarios partidistas el mencionado intento de coalición debería enfocarse en combatir sus propios egos, los intereses grupales, las facciones, en pocas palabras, sus demonios internos quienes tienen nombre y apellido.

No entiendo cómo plantean un pacto con otras fuerzas cuando no se terminan de poner de acuerdo al interior tanto en su cúpula nacional como en la estatal.

En el PAN andan desatados los presidenciables:

Margarita se siente la redentora de los azules con un grupo de militantes que se consideran de auténtica sangre azul (porque con dicho color forjaron su carrera política); Ricardo Anaya critica tanto a López Obrador pero se parece tanto a él en su forma de hacer política que incluye la intolerancia a la crítica; y a Moreno Valle que lo compre quién no lo conoce, a su paso por Puebla la libertad de expresión y el disenso eran castigados con persecución y cárcel.

En el PRD no tienen gallo competitivo a la Presidencia de la República. Miguel Ángel Mancera tiene tantos problemas en la Ciudad de México que van desde la inseguridad y la presencia de carteles del narco, hasta su indefinición partidista. A punto de concluir su mandato sigue sin reconocerse como perredista.