A pesar de todo
21 de agosto - 2017

Por Ranulfo Rojas Bretón

Cada lectura del Evangelio es una enseñanza para la vida y el relato en el que una mujer extranjera “para los judíos”, va siguiendo a Jesús y sus discípulos y le grita: “hijo de David, ten compasión de mi hija”, Jesús la ignora y sigue su camino. Ella sigue gritando y los discípulos se acerca a Jesús y le dicen: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. Jesús, rechaza atenderla diciendo: “Yo he venido por las ovejas descarriadas de la casa de Israel”. La mujer se planta frente a Jesús y le pide que cure a su hija. Jesús le dice unas palabras muy duras: “No está bien quitarle el pan a los hijos para arrojárselo a los perritos”. La mujer sin dar paso atrás responde: “es cierto Señor, pero también es cierto que los perritos comen de las migajas que los hijos dejan caer de la mesa”. Ante esta respuesta Jesús admirado responde a la mujer: “qué grande es tu fe, que se cumpla lo que deseas”.

El texto muestra la fe inquebrantable de la mujer que ante una adversidad como la enfermedad de su hija, no se detiene ante la indiferencia, el rechazo e incluso la ofensa de Jesús. Su situación la hace más firme en su petición. El Papa Francisco en el rezo del Angelus del domingo 20 de agosto en Roma, comentado este texto dice: “hay muchas mujeres que dan ejemplo de una fe inquebrantable”. Con esta afirmación me quedé pensado en cuántas mujeres son ejemplo de situaciones similares y de pronto aparecieron en mi mente los rostros de muchas amigas, familiares, conocidas que efectivamente enfrentan situaciones muy difíciles y contra todo, luchan por sacar a sus hijos adelante.

Mujeres que han sido abandonadas por esposos que se han ido a los Estados Unidos en busca de trabajo y que al paso de los meses simplemente se olvidan de su responsabilidad y dejan a la esposa con la responsabilidad de los hijos en edad escolar, algunas incluso con deudas; Mujeres que han recibido el abandono porque el esposo se fue a vivir con otra mujer y no ayudan en nada a la manutención de los hijos y a sus necesidades. También hay mujeres que han sufrido la viudez por motivos de accidente o enfermedad y tienen que enfrentar solas la responsabilidad de una familia. Hay mujeres que deciden ser madres solteras y se ven ante responsabilidades muy complicadas. Mujeres que han vivido divorcios o situaciones que las han dejado solas ante la responsabilidad de guiar a una familia en situaciones nada fáciles.

Mujeres a las que no les importa sufrir ni rechazos, ni vergüenzas, ni situaciones de riesgo, que no les importa lavar ajeno, vender antojitos, ofrecer cosas de puerta en puerta; hacer muchas cosas con tal de “sacar sus hijos adelante”. Efectivamente hay muchas mujeres, muchísimas que muestran su calidad humana para no rendirse ante la adversidad, para no desesperarse ante situaciones angustiosas y dolorosas; mujeres que se ponen de pie ante los retos y que ofrecen sus sacrificios sin quejarse porque saben que todo eso tiene una única razón: “sus hijos”.

Tengo la satisfacción de conocer muchas mujeres así, de tener amigas que día a día me demuestran que ellas son el pilar y la fortaleza para sus hijos; que han asumido el reto de unir la figura paterna y materna y fusionarla para hacer que sus hijos sean gente de bien. No son pocos los casos, más bien son muchos los casos de mujeres que han llevado a sus hijos a ser profesionistas, empresarios, comerciantes, gente brillante que deben todo a que sus madres jamás rehuyeron la lucha y a pesar de la adversidad siguieron adelante.