Vientos contrarios
14 de agosto - 2017

Por P. Ranulfo Rojas Bretón

Vientos contrarios semejantes a los que los discípulos de Jesús vivieron cuando caminaba sobre las aguas son muy similares a los vientos contrarios que en nuestra realidad los cristianos también enfrentamos. Pedro se anima a pedirle a Jesús: “si en verdad eres tú mándame ir a ti caminando también sobre las aguas”. Y efectivamente, Pedro también camina sobre las aguas, pero cuando experimenta la fuerza del viento, siente miedo y comienza a hundirse.

Existen en nuestro entorno maneras de pensar y maneras de vivir que son contrarias a los principios y valores del Evangelio. Gente que acepta el aborto, la eutanasia, la infidelidad, el adulterio, el divorcio, como prácticas, según “normales”. Hasta canciones de moda hablan de esto con facilidad, hoy todos andan cantando eso de: “y si con otro pasas el rato, vamos a ser felices, felices los cuatro”.

Gente que piensa en la corrupción como algo “normal” y hasta frases hemos hecho de que: “el que no tranza no avanza” y expresiones clásicas de ¿Cómo nos arreglamos?

Vivimos en una sociedad que ve la prostitución, la trata de personas para la prostitución, la pornografía como algo “normalmente aceptado”, aun cuando la trata de personas es precisamente una de las grandes llagas abiertas de nuestra realidad tlaxcalteca, que nos señalan incluso a nivel internacional y que exigen de todos un compromiso muy serio y responsable si queremos combatir este flagelo.

Gente que no solo acepta sino que hace proselitismo con los “matrimonios homosexuales, llamados igualitarios”, con la llamada “ideología de género”, que incluso afirma que no se debe hablar de niño y niña, de hombre y mujer, de sexo masculino y femenino, porque según ellos, se daña y no se respeta a la persona y sus decisiones, como si de decisiones se tratara. Debemos ser claros que el género no es ideología, es BIOLOGÍA, niño o niña, NACEN, no deciden ser lo que son.

Todos estos son “vientos contrarios” que amenazan con “hundirnos”.

Muchos piensan que no se puede caminar sobre estas aguas y aun cuando Jesús nos llama a los cristianos como a Pedro a caminar sobre ellas, es muy posible que el miedo y la inseguridad nos hagan hundirnos. Efectivamente si dudamos de quién es el que nos llama, quién es el que nos dice: ¡Ven! Seguro que nos hundimos.

Pero, no debiéramos olvidar que efectivamente el cristiano o sea, cada uno de nosotros, está llamado a vivir “contra corriente” “contra cultura” a vivir como la gente de “este mundo” no cree que se puede vivir. Es en este mundo y a esta gente a la que hay que decir con nuestra forma de vida que sí se puede apostar por la vida y cuidarla desde su fecundación hasta su muerte natural; que sí se puede vivir la unidad y fidelidad matrimonial; que sí se puede creer en un matrimonio que llegue hasta la vejez y la muerte. Que el matrimonio es entre un solo hombre y una sola mujer, o sea heterosexual y monogámico; y esto, afirmarlo sin miedos, por más que no sea simpático para mucha gente.

Se puede vivir en la honestidad y responsabilidad social que muestre que la corrupción y la tranza, es inaceptable para un cristiano. Que sí se puede vivir solidario con los demás y que se puede hacer algo por quien sufre y por los menos favorecidos. Que la indiferencia y el descarte son acciones inhumanas muy lejanas al pensamiento de Jesús y por tanto, contrarias a la vida del cristiano.