Sacrificio o vida ligth
18 de julio - 2017

P. Ranulfo Rojas Bretón

En un mundo como el nuestro donde los valores del confort y el bienestar están erigidos en criterio supremo, cuando se escucha hablar del sacrificio, parece que se habla de algo ya superado. Nadie piensa que en la vida se deba preferir sacrificarse para lograr algo, más bien siempre está el deseo de rehuir al sacrificio y al esfuerzo. Vivimos con una filosofía del menor esfuerzo, por más que se anuncia el sacrificio como virtud, tal como lo hacemos en estos días santos.

La vida moderna se ha encargado de hacernos creer que existe una vida sin sacrificios y que ese tipo de vida es el que debe preferirse, por eso el mensaje religioso que habla de las bondades del sacrificio choca contra la cultura del bienestar que tenemos en nuestros tiempos. El bienestar tal como se entiende en la sociedad, nos lleva a huir de aquello que no nos gusta, a no estar donde no te sientes cómodo, por lo contrario, te busca impulsar a lograr el mayor bienestar posible. De hecho si anuncian vacaciones la propuesta es muy clara, se trata de un lugar de playa y de mar, con un calor agradable, gozando de completa salud, utilizando servicios que no impliquen esfuerzo, con un mundo de gente a tu servicio, que están prontos a satisfacer cualquier gusto o capricho. Te presentan lugares de disfrute, antros en los que te la pasas muy bien, “de lux” dicen y que no tienes de qué preocuparte. Los lugares que te presentan son lugares en los que no se asoma la pobreza, ni la enfermedad, porque son cosas que impiden el disfrute. La comida, la bebida, las actividades que se promocionan, todo eso habla de gozo, de alegría, de prodigalidad pues la tristeza, el dolor, la angustia según te lo presentan, no existen y todo el mundo anda deseoso de estar en lugares así. El mundo y los servicios se crean para que haya bienestar.

De pronto aparece un líder religioso, un sacerdote que te invita al sacrificio y la respuesta obvia es de extrañeza, ¿para qué sacrificarse? ¿Para qué limitarse, si se puede vivir sin límites, sin restricciones, sin sufrimientos, sin sacrificios? Aun cuando la realidad dista mucho de eso que se vende, cuando la oferta es: “todo lo que quieras lo puedes tener sin el menor sacrificio”. ¿Quieres bajar de peso? Olvídate de hacer ejercicio, de guardar dieta, de corregir hábitos, sólo tienes que utilizar tales pastillas, tales aparatos, tales alimentos y sin que te des cuenta, sin que sufras, y además, de inmediato, bajarás de peso, casi sin darte cuenta. ¿Quieres conquistar a alguien? Olvídate de tiempos dedicados a conquistar a esa persona, basta que utilices un desodorante, una loción, que te compres tal tipo de ropa, que adquieras un auto especial y no tendrás necesidad ni de hablar.

La oferta es de una vida sin sacrificios, sin dedicación, sin esfuerzo y tal vez por todo esto, la depresión se ha convertido en una de las enfermedades más actuales y de mayor impacto, porque hay quien se pasa la vida buscando bajar de peso con fórmulas mágicas y se da cuenta que sigue igual o empeora. Hay personas que en la búsqueda de lo fácil, del poco esfuerzo se pasan la vida sin lograr aquello que ofrecieron venderles. Ni se diga en el recurso a cosas esotéricas, o sea, ungüentos, limpias, lectura de manos, amuletos, lociones, velas de colores y de aromas, imágenes y un largo etc., sin que se logre nada porque la vida de bienestar y de placer definitivamente no pasa por lo que la mercadotecnia nos ha intentado vender. Sigue habiendo pobreza, dolor, enfermedad.