Las Antípodas: Machetazo a Caballo de Espadas
5 de julio - 2017

«Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa» Montesquieu

Por Juan Manuel Cambrón Soria

El viernes pasado ocurrió en el Congreso del Estado un hecho inédito en la historia reciente, las fuerzas de oposición se pusieron de acuerdo y revitalizaron la posición del Poder Legislativo frente al Ejecutivo.

La división de poderes en un modelo democrático ha sido concebida como un mecanismo constitucional que equilibra el poder público, acota el accionar y evita que un poder se superponga al otro. Estoy convencido que el fortalecimiento de las instituciones públicas, y no su debilitamiento, es una vía ineludible para la recomposición de la vida nacional.

Sin embargo, lo que había ocurrido en Tlaxcala desde el regreso del PRI a Palacio de Gobierno con el anterior mandatario, fue la puesta en marcha de una estrategia de sumisión, deterioro y control del Congreso del Estado, que igual pasaba por la presión política, hasta la vulgarización de la tarea del legislador que se dejaba seducir por el dinero o por otras debilidades, la cuales se convirtieron en el modus operandi del gobierno y la forma de conducción hacia los diputados.

Y ningún partido se escapa, todos, incluido el PRD y sus legisladores (no generalizo, pero son contadas las excepciones) cayeron en el juego del PRI Gobierno, que promovía acuerdos individuales, privilegiando intereses particulares, para sacar adelante sus iniciativas. El PRI pactaba en la cámara igual con el PAN, con el PRD y con sus aliados naturales, fracturando a la oposición y convirtiendo al Congreso en un poder subordinado.

Y así pasó en prácticamente seis años, reformas constitucionales, modificaciones a leyes secundarias, nombramiento de magistrados y organismos autónomos, todo, prácticamente todo lo que tenía que ver con la construcción de la vida institucional de Tlaxcala, se decidió desde palacio con la complacencia de los diputados unas veces, otras con su silencio ominoso y unas más con complicidades subrepticias.

Al actual Gobernador Marco Mena, le exigimos respeto y una conducción distinta a la de su antecesor. El discurso ficto fue de compromiso con la democracia y sus valores; pero la respuesta de facto, la continuidad en el estilo de gobernar. La verdad es que no hay mucha diferencia en los resultados y en los fondos entre este mandatario y el que se fue, ya que se ha pretendido que el Congreso de Tlaxcala sea una simple mesa de trámite del Gobernador, donde los asuntos de interés del PRI caminen sin despeinarse y los temas de la oposición duerma el sueño de los justos.

Por ello, desde mi punto de vista el mensaje del pasado viernes tiene un alto contenido político al impulsar y concretar la contrarreforma del artículo 299 del Código Financiero, porque, por un lado, reconfigura los pesos al interior del legislativo; por otro, dignifica al Congreso en su papel de contrapeso frente al otro poder; y también, logra enviar un mensaje de que la oposición es capaz de acordar, mantenerse en el acuerdo y no ceder a las tentaciones de la manzana de la discordia.