Insoportable
31 de mayo - 2017

Sesín trató de robarle reflectores a Rodríguez de Espino, le dieron el micrófono y ya no lo quería soltar. Héctor, Alfonso, Toño y Bety siguen empecinados en los reflectores y en meter su cuchara en el poder, pero la historia ya los juzgó. Con todo y foros, el grupo que encabeza Padilla no pudo, debieron esperar a que Marco les hiciera la chamba

Por Edgardo Cabrera

Unos días antes de dejar el cargo, Mariano González Zarur confió a varios periodistas y directores de medios –entre ellos quien esto escribe- que se había preparado para “dejar de ser”, incluso no dudó en apostar su palabra a más de uno que nos mostramos incrédulos a su dicho.

Lo anterior viene a colación ante el enfermizo protagonismo de Martha Sesín quien ayer, finalmente después de 9 largos años, entregó el poder político, social y empresarial que le dio el cargo de delegada estatal de la Cruz Roja.

En la ceremonia de su relevo trató de robarle reflectores a Silvia Elena Rodríguez de Espino, le dieron el micrófono como una cortesía y ya no lo quería soltar. Su boca la llenó de autoelogios y ensalzó a más no poder a un grupo de elitistas apizaquenses que tratan de limpiar su conciencia como “benefactores” de la noble institución.

Su intervención fue patética, tal parece que en 9 años nunca aprendió que entre los principios de la Cruz Roja se encuentra el “voluntariado”, es decir, trabajar de forma desinteresada.

Quedó claro que la señora y empresaria restaurantera no se preparó para dejar de ser, tan fue así que se aventó la puntada de imprimir un tríptico para ensalzar su labor, por cierto, de ese documento llama la atención su fracaso en la captación de recursos vía colectas: de 2.2 millones de pesos recaudados en 2011, el año pasado apenas junto 1.7 millones de pesos.

Ya veremos si Rodríguez de Espino hace mejor papel y no cae en la tentación de perpetuarse en el cargo porque llega con altos bonos, tan es así que los jóvenes voluntarios se desgañitaron en vitorearla, vivas que ni por equivocación le tocaron a Sesín.

En eso de dejar de ser…

A colación de la promesa-apuesta de González Zarur, quienes siguen empecinados en los reflectores y en meter su cuchara en el poder son los ex gobernadores Héctor Ortiz, Alfonso Sánchez Anaya, José Antonio Álvarez Lima y Beatriz Paredes.

Lo cierto es que el cuarteto solamente hace el ridículo o da pena.

Ayer Sánchez Anaya y Álvarez Lima fueron a la ceremonia de relevo en la Cruz Roja. Los dos se hincharon como pavos cuando Sesín los llenó de elogios, al primero por apoyarla “desinteresadamente”–claro siempre con los recursos públicos-, y al segundo por ser su mentor, dice que le enseñó el respeto, “si claro”, el mismo que mostró a más un presidente de la institución en municipios a los que corrió sin miramientos por no comulgar con sus ideas.

Luego Alfonso, el ex priísta, ex perredista y ex moreno anticipó a los reporteros que no le interesa ser candidato en 2018, ni tampoco a su esposa, algo que nadie le cree.

En tanto que Álvarez Lima no quita el dedo del renglón de ser ungido por López Obrador para regresar al terreno político, ahora como legislador federal.

Mientras que Héctor, bueno, basta ir al Congreso del estado para corroborar que es un ente ornamental e improductivo, eso sí, protagonista del escándalo luego de ser señalado de chicanear la disputa legal de un predio en Puebla donde la semana pasada se desató una balacera.

Y finalmente está la monarca de algunos dinosaurios priístas, doña Bety, quien ya hasta mandó a uno de sus sobrinos a que “le arregle” su acreditación de residencia en Tlaxcala para colarse como candidata pluri en la lista de legisladores federales priístas.

Juicio histórico

Lo mejor que deberían hacer los cuatro es retirarse de la escena y no meter su cuchara en los temas de gobierno.

Los cuatro tuvieron su oportunidad y el tiempo los ha ido colocando en su lugar:

Uno pasará a la historia por corrupto, otro por ceder a los caprichos de su mujer para que fuera senadora y su sucesora, otro por colapsar al sistema educativo y engrosar la burocracia al crear un bodrio cuarto nivel de gobierno, y la otra por ser la primera mujer en el gobierno de Tlaxcala gracias a un experimento e imposición de su partido no así por ganar una elección en urnas, por cierto ese cargo no lo concluyó y no se recuerda nada bueno.

Al cierre

Con todo y sus foros, insisto, apartados de la realidad local, el grupo que encabeza el diputado Enrique Padilla nada más no pudo, debieron esperar a que Marco Mena les hiciera la chamba.

Ayer el gobernador mandó la iniciativa para crear el “Sistema Estatal Anticorrupción”, la verdad no era la gran ciencia, lo único que tenían que hacer los diputados era empatar la norma federal con la local y elaborar un diagnóstico a la situación local, algo que no hicieron porque ya vimos que ignoraron la opinión de los tlaxcaltecas quienes reprobaron a las instituciones.

El planteamiento del Ejecutivo le corrigió hasta el nombre al proyecto que intentó construir Padilla, recordemos que se empecinó en ponerle sistema de “Ética e Integridad” y no ANTICORRUPCIÓN, porque la palabra “les ofende”.

La cuenta regresiva sigue para que cumplan en tiempo y forma con el mandato federal.