Mayo maternal
8 de mayo - 2017

P. Ranulfo Rojas Bretón

Si hay un sentimiento marcado en el mes de mayo es el de la maternidad. El famoso 10 de mayo “día de la madre” se ha ampliado en festejos bien ganados. Se celebra a la madre trabajadora, se celebra a la mamá en los jardines de niños, primarias, secundarias, bachilleratos, en las fábricas, en las oficinas, en todos los centros de trabajo y obviamente en las familias.

La maternidad en la Iglesia también es celebrada durante el mes de mayo con rosarios y ofrecimiento de flores cada día a la Virgen María y termina con la coronación el 31 de mayo.

Celebrar a mamá es uno de los más valiosos sentimientos de un hombre “bien nacido”, aunque la maternidad no debe ser solo celebración, debe ser también toma de conciencia para valorar todos y cada uno de los esfuerzos, desvelos, privaciones de una mujer por sus hijos. Valorar cada una de las acciones, que nuestras madres hacen desde nuestra concepción y nacimiento hasta el momento en que cada uno vive. ¿Cuántas enseñanzas, cuántos valores, cuántas tradiciones tenemos como fruto de esta noble labor de transmisión que día con día está realizando en los hogares una madre?

La humanidad debe mucho a la mujer porque gracias a su labor se logra perpetuar la vida y la cultura de los pueblos.

Mayo ha sido escogido como el mes para exaltar el valor de la maternidad y qué bueno que sea un mes completo de celebración, de reflexión y por supuesto de oración por nuestras madres. Es mucho lo que nos dan y muy poco lo que les podemos ofrecer como festejo, sin embargo, lo menos que podemos hacer es ser agradecidos y con nuestra vida dar testimonio de todo lo bueno sembrado en nosotros por su mano. Yo creo que una mamá lo que más goza es ver en su hijo, la bondad que ella sembró y seguro que sufre cuando ve que sus hijos andan en malos pasos, que están esclavizados por el alcohol o la droga, o que se dedican al robo, a la extorsión, a cosas malas.

El dolor de una madre visitando a sus hijos recluidos en los ceresos es de los más grandes dolores, o el saber que sus hijos están dedicados a una mala vida es de los dolores más sufridos por una madre.

Lamentablemente nosotros como hijos, pocas veces nos damos cuenta del dolor que le provocamos a una madre, y, pensamos que un ramo de flores o un electrodoméstico “cubre” nuestras malas acciones. Habrá que aprender a ver en los ojos de una madre los verdaderos dolores así como las verdaderas alegrías de una madre.

En una de las siete palabras de Jesús en la pasada semana santa hacíamos esta reflexión:

¿De verdad necesita una madre que le digan dónde está su hijo? Siempre hemos visto a las mamás dar tiempo a sus hijos, desvelarse por ellos, buscarlos cuando andan en malos pasos y sobre todo sufrir muchísimo por los hijos perdidos y que han echado a perder su vida con malas compañías o esclavizados por las drogas o el alcohol, hemos visto a mamás llorar por las desgracias que les pasan a sus hijos.

A quienes sí debemos decir: ahí tienes a tu madre es a todos aquellos que olvidamos a nuestras madres, que las dejamos a su suerte y nos despreocupamos de ellas. A quienes ni siquiera nos preguntamos qué necesitan nuestras madres y las abandonamos o simplemente ni las visitamos.

Tú, Jesús nos enseñaste la unión de mamá e hijo y de hijo y mamá en tu relación con la Virgen María, enséñanos a unirnos a nuestras madres como tú y María vivían esa unidad. Que la Virgen María enseñe a las mamás a ayudar a sus hijos como lo hizo contigo y a los hijos a preocuparnos por nuestras mamás tal y como tú que a punto de morir la encomendaste al Apóstol Juan para que no quedara abandonada.