AMLO: La histeria por el poder
23 de abril - 2017

Por Carlos Carreón Mejía

“Explicación no pedida, culpabilidad manifiesta” reza un conocido refrán. Los dichos son frases llenas de razón que hacen alusión -sobre todo- al comportamiento de los seres humanos. Este refrán viene a mi mente, amable lector, al leer las declaraciones que el líder nacional de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, hiciera la semana pasada respecto de la detención del priísta y ex-gobernador de Veracruz, Javier Duarte.

El mesiánico líder de “izquierda” decía que seguramente Javier Duarte buscaría la manera de involucrarlo, claro, a la mala -aja- para desprestigiar al tabasqueño de cara a las elecciones del 2018, en las que por tercera vez está empecinado en buscar la Presidencia de la República. Andrés Manuel López Obrador dijo que el ex-ejecutivo estatal de Veracruz, lo intentaría involucrar en el millonario desfalco de esa entidad, pero que él no tenía ningún relación con Duarte.

A través de una nota de El Universal, López Obrador se refirió a la detención de Duarte como un “chivo expiatorio” y adelantó que el veracruzano haría declaraciones en su contra, pero también mencionó que serían producto de la fabricación de un vínculo entre ambos personajes. Por eso traigo a colación el refrán con el que inicié esta colaboración, porque quien no debe nada, no descalifica, ni mucho menos adelanta lo que -según él- dirá Duarte para desacreditarlo.

Vamos por partes, las acusaciones del vínculo entre AMLO y Javier Duarte no son nuevas, el primer gobernador de alternancia en Veracruz, panista por cierto, Miguel Ángel Yunes, ha declarado a distintos medios de comunicación que el presidente nacional de MORENA, se habría aliado con “la mafia del poder” nada más y nada menos por la generosa cantidad de 2.5 millones de pesos mensuales, además de espacios en el Gobierno de Veracruz, de haber ganado el partido de Andrés Manuel en aquel estado.

De confirmarse el vínculo entre ambos personajes, no solo habría una repercusión de carácter político, podría existir hasta una responsabilidad legal, que seguramente tachará como un ataque e intentará victimizarse como lo ha hecho toda su vida política.

Recuerde usted, apreciable lector, que Andrés Manuel está acostumbrado a descalificar a quienes no están con él, se ha rehusado al debate público una y otra vez, difama sin más ni más a todo aquel que no este en su proyecto, porque según sus cercanos, quien no está con él, está en su contra.

Pero a nivel nacional no sería el único vínculo que Andrés Manuel ha tenido con quien ante los reflectores es su enemigo y en las urnas su aliado. En el vecino estado de Puebla, López Obrador le levantó la mano a Manuel Barlett, uno de los priístas de la vieja, viejísima escuela, a quien se le atribuye la caída del sistema en las elecciones de 1988, en las que le habrían robado al PRD, la oportunidad de gobernar el país a través del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.

En lo local, las senadoras Martha Palafox y Lorena Cuéllar -también priísta de tradición- vienen de lo más profundo que tuvo el Revolucionario Institucional en el estado. Pareciera que los priístas son malos y corruptos cuando están en el PRI, pero se bañan de gloria cuando arriban a MORENA.

MORENA no es otra cosa más que un asilo de priístas renegados -el mismo Andrés Manuel fue presidente del PRI en Tabasco- así que sus alianzas electoreras, la llegada de más priístas a su proyecto y el evidente vínculo con Duarte, permite ver las dos caras de Andrés Manuel, el AMLO real, el que con sus acciones evidencía su forma de hacer política y sus verdaderos intereses.

Agradezco el favor de su lectura, nos saludamos la próxima semana.