100 días sin pena ni gloria
16 de abril - 2017

Por Carlos Carreón Mejía

Previo al inicio de este ejercicio de opinión al que he sido amablemente invitado por el director de gentetlx.com Edgardo Cabrera, de quien reconozco su apertura, imparcialidad y veracidad en el quehacer periodístico, le informo a usted, apreciable lector, que a partir de este domingo participaré a través de este espacio de opinión, con una colaboración semanal, de la cual espero sus retroalimentaciones, críticas e intercambio de ideas, pues considero el debate público como un mecanismo para el fortalecimiento de nuestra democracia. Nuevamente, muchas gracias.

Hemos pasado los primeros cien días de que el Gobernador del Estado, Marco Antonio Mena Rodríguez, tomó protesta como Gobernador Constitucional del Estado de Tlaxcala. De unos años a la fecha, los primeros cien días de un gobierno se han convertido en un parámetro para medir el desempeño de los servidores públicos. Pasados los primeros cien días del actual gobierno, quedan tantos pendientes que los tlaxcaltecas nos preguntamos ¿En qué momento iniciará el ejercicio de gobierno?

Aunque según las cifras del Secretariado Ejecutivo, Tlaxcala es uno de los estados con menor incidencia delictiva en el país, cierto es que de enero a la fecha, ha habido un notable incremento de delitos del fuero común, tales como el robo a casa habitación, robo de vehículos y asaltos. Nos preocupa de sobremanera que esto ocurra, pues el gobierno anterior, del que por cierto, también fue parte el actual gobernador, fue seriamente señalado en este rubro, por la injerencia de la delincuencia organizada en las esferas más altas del gobierno encabezado por quien fuera jefe del hoy gobernador del estado.

El robo en carreteras y la extracción ilegal de combustible, principalmente en la zona de Calpulalpan, es otro pendiente que ha metido en aprietos al gobierno en turno, y si bien es cierto que este delito es de competencia federal, el gobierno estatal debe establecer una estrategia clara y contundente, para inhibir e incluso erradicar, este delito que no solo lastima a Pemex, sino que pone en riesgo a los tlaxcaltecas que viven en las zonas donde se comete este delito.

Por otro lado, y no menos importante, resultó la precipitada salida del Secretario General de Gobierno, quien previo a cumplir los cien días de la administración, fue relevado por la diputada Anabel Alvarado, con la finalidad de que el ex titular contendiera por la dirigencia estatal del Partido Revolucionario Institucional, dejando una vez más a la vista, que la preocupación de ese grupo político está muy lejos de la generación de bien común para los tlaxcaltecas, y tienen sus baterías enfocadas en la generación de bienes y posiciones de estricto carácter personal.

Prometieron una nueva visión y un mejor futuro; sobre el futuro alentador poco podemos decir, sobre todo cuando el presente da poca certeza de que se pueda serlo, y al respecto de aquella buena intención de tener una nueva visión, se queda ahí, en una frase de campaña muy alejada de la forma real de hacer gobierno.

El gobernador hizo lo mismo que sus antecesores, repartir los cargos públicos como un pago de facturas políticas, fomentando la visión de hacer del gobierno del estado una agencia de colocaciones burocráticas, donde se ven nulos resultados y poca seriedad para trabajar en favor de los tlaxcaltecas. Secretarios opacos y un gobierno estancado, son dos de las características a 100 días de un gobierno sin pena, ni gloria.

Nos leemos la próxima semana.