Las antípodas: De policías y ladrones
21 de marzo - 2017

Por Juan Manuel Cambrón Soria

“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”. Mahatma Gandhi

Quiero agradecer enormemente a Gente TLX y especialmente a su Director Edgardo Cabrera, por la amable invitación que me hace para escribir en este importante medio de comunicación, reconozco la valía y la trascendencia del portal en el devenir diario de la historia de nuestro estado. A quienes sean mis amables lectores mi agradecimiento de antemano, por tomarse unos minutos para leer a este escribano. La columna la he titulado “Las Antípodas” que en geografía hace referencia a una superficie terrestre diametralmente opuesta a otro lado de una posición en particular (espero me haya explicado del ¿porqué del nombre?, en ella abordaré desde mi óptica personal diversos temas de la agenda pública nacional y estatal que anhelo sean de su interés.

Aún recuerdo aquellos años cuando en las calles de las colonias los niños jugábamos a policías y ladrones, un juego en donde se enfrentaba el bien y el mal, lo válido y no válido; un juego donde siempre la autoridad se imponía, donde sabías que si te tocaba del lado de los ladrones era imposible que ganaras por más que te escabulleras, tarde o temprano terminabas detenido en el árbol del jardín, en la cochera de la casa del amigo o en el poste de la esquina, que hacían las veces de cárcel.

Viejos tiempos aquellos, cuando los papás preguntaban ¿qué quieres ser de grande?, y la respuesta recurrente era policía, soldado o bombero. Sin embargo, todo eso quedó atrás en el baúl de los recuerdos.

Llevamos prácticamente dos sexenios teniendo como tema central de la vida pública nacional los altos índices de inseguridad pública. Los delitos del fuero común (robo a casa habitación, transeúnte, etc.) que eran los de mayor incidencia, se han ido desvaneciendo, que no desaparecido, del eje central de la cotidianidad. La delincuencia organizada que perpetra hechos delictivos de alto impacto (secuestro, tráfico de armas, trata de personas, trasiego de estupefacientes, etc.) se han ido adueñando de la escena nacional, de manera cada vez más recurrente, más violenta, más atroz y más lacerante. La sensación de indefensión se hace cada vez mayor, el temor se generaliza y cada vez quedan menos rincones de la nación ajenos a la presencia de este mal que carcome la tranquilidad de las familias.

La antigua figura del policía y su autoridad se han ido desmoronando (por causas diversas que no abordaré por ahora) y el paladín justiciero tristemente está pasando del lado de los delincuentes, lo cual es altamente peligroso para la subsistencia del estado y la sociedad.

Para nuestra desgracia, Tlaxcala no es la excepción. A principios de la década pasada aún se catalogaba al estado más pequeño del país como el más seguro de la república, observábamos lejana la realidad de las matanzas, los decapitados, los secuestros, las balaceras, todos pensábamos “aquí nunca pasará”. Pero la realidad, cruda y contundente como suele ser, nos alcanzó de un golpe, y hoy afirmar que nos sentimos seguros, resulta una afirmación temeraria.

A principios de 2016, desde el PRD denunciamos que en 2 años se habían presentado en Tlaxcala 11 hechos violentos (homicidios, decapitados, secuestro) en donde el modus operandi hacia presumir la presencia de delincuencia organizada, exigimos entonces a la autoridad estatal, especialmente a la entonces Procuradora Alicia Fragoso, actuara y esclareciera los hechos. La respuesta fue un silencio ofensivo, que en poco contribuye a construir climas de estabilidad y certeza, cuando la obligación de ciertas instancias de la administración pública estatal es precisamente esa, dar certidumbre, respuestas y estrategias para abatir la delincuencia.

En lo que va de este 2017 se han suscitado algunos hechos consignados por diversos medios de comunicación que deben poner en alerta a las autoridades estatales. Minimizar o soslayar el tema es irresponsable, asegurar que en Tlaxcala no existe presencia de delincuencia organizada a priori es simplista. Desde el PRD exigimos al Gobierno del Estado que replanteara la estrategia de seguridad pública de la entidad, y las medidas que se tomen deben darse a conocer a los ciudadanos, para la tranquilidad de todos; pero a casi 100 días de iniciado el gobierno seguimos esperando.

Un estado seguro, contribuye a generar un ambiente de paz que ayuda a atraer inversión directa nacional y extranjera, alienta el turismo; pero lo más importante, genera confianza en la gente, un pueblo que vive en tranquilidad puede aspirar al progreso y al desarrollo.