La primavera en la vida
20 de marzo - 2017

Ranulfo Rojas Bretón

Las estaciones de la naturaleza (primavera, verano, otoño e invierno) nos dan muchas enseñanzas para la vida de cada persona. La primavera es un tiempo de renacimiento y renovación; es un tiempo de fertilidad y de fecundidad.

Nos damos cuenta que la primavera ha comenzado cuando el frío comienza a bajar y se comienza a sentir un calorcito rico, cuando el verde en las plantas comienza a aparecer descubriendo esos pequeños brotes en los troncos de los árboles como si despertaran del gran sueño invernal. Las aves comienzan con sus trinos de apareamiento y las lluvias mojan la tierra disponiéndola para el ciclo de crecimiento de las plantas cuyos brotes apenas están surgiendo.

El hombre que contempla este fenómeno natural también puede vivir su propia primavera, y más en este tiempo en que la desolación, la molestia y desesperanza provocada por el clima social tan adverso provocado por los efectos del gasolinazo y el alza de precios en los productos, bienes y servicios, alcanzan niveles dolorosos.

¿Se puede renacer, o renovarse vitalmente? Parece una pregunta con respuestas difíciles, aunque yo creo que para las personas que tenemos fe, seguramente que la respuesta es no solo sí se puede sino que “se debe”. Basta recordar lo que escribe San Pablo en su carta a los romanos capítulo 8: “¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Si ni siquiera perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a dar con él todo lo demás? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios mismo los declara justos. ¿Quién los condenará? ¿Acaso será Cristo, el que murió y, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios intercediendo por nosotros ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada?… En todo esto salimos vencedores gracias a Aquel que nos amó. De la mano de la fe en Cristo puedo mucho.

La circunstancia de mi vida en estos momentos puede no ser grata o incluso hasta tensa e insatisfactoria, tal vez eso me tenga con una actitud agria o molesta. Tal vez no me sienta en estos momentos con una actitud positiva. A quien está pasando por situaciones difíciles la primavera se convierte en una maestra que nos da una gran enseñanza: Hay grandes posibilidades de renacer, de renovarse. No todo está acabado ni se ha escrito la última página en el libro de la vida, aún hay más, aún hay grandes posibilidades porque la misma naturaleza nos enseña que sea cual sea el efecto del invierno, la esperanza de la primavera está siempre presente.

El invierno se convierte en el tiempo de gestación de nuevas cosas, así como la mariposa que durante el frío invierno está en capullo ahí colgado de un árbol cual hoja seca y de manera imperceptible, pero ahí en la intimidad se va gestando las posibilidades de una hermosa mariposa y que llegando la primavera abrirá majestuosamente sus alas y mostrará al mundo su belleza. Así la vida pasa por inviernos pero siempre está presente la esperanza de nuevas primaveras.

La primavera de la naturaleza es la maestra en nuestra vida porque nos enseña a creer que siempre se puede hacer brotar pequeños gérmenes de vida en nuestros troncos secos marcados por el invierno de las penas y los sufrimientos. La primavera nos hace sonreír y disfrutar la regeneración de la vida y creer que de los errores y de las fallas se puede aprender.

Los cristianos debemos tener esperanza de la posibilidad de “rehacer al hombre” tal y como decía el papa Paulo VI allá por 1975 con la expresión de “rifare il uomo” y saber que siempre hay tiempo de abrirse a nuevas cosas como también lo expresaba el papa San Juan XXIII en 1959 “aggiornamento” para expresar la actitud de apertura a nuevas cosas.