A la Verónica: ¡Adiós!
25 de septiembre - 2016

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Por Gerardo E. Orta Aguilar

A temprana edad heredé de mis padres la afición a los toros, como muchos aficionados. Hoy que mi madre ha encontrado el descanso eterno, no me queda más que recordar todas esas charlas de toros a su lado, tardes y noches de regocijo recordando épocas de gloria de toreros que ella vio, como El Pana, El Gleason, Valente Arellano y David Silveti.

En las plazas de Apizaco, Huamantla, Tlaxcala, La México y La Monumental de Aguascalientes, tendré un recuerdo de ella, seguramente la próxima vez que vaya a una corrida, estará a mi lado, disfrutando esas tardes de toros.

Casualmente, la noche de su muerte yo estaba hablando de toros, entrevistando al matador Sergio Flores, días antes de su encerrona del 15 de septiembre.

Agradezco y aprecio los mensajes de solidaridad que amigos, compañeros de trabajo y familiares ofrecieron a la familia Orta Aguilar.

Hasta pronto Alma Nelly Aguilar Morales.

“No vivas por vivir, porque es muy triste, eso realmente no es vivir. Pídele a dios que te ilumine, a ese dios que siempre está contigo, no creas en el dios que inventó el hombre para tenerlo a su dominio…Hay muertos que viven todavía y hay vivos que, a la vez, muertos están…” Alberto Aguilera Valadez.     

¡Legisladores Retrogradas!

Una iniciativa promovida por la periodista taurina Marysol Fragoso Sosa, busca evitar la prohibición de la asistencia de los niños a las corridas de toros, propuesta que, de concretarse, podría provocar una cascada de amparos y a la vez representaría un acto retrograda de las autoridades legislativas.

Y es que el martes 27 de septiembre, la Comisión de Derechos de la Niñez de la cámara baja del Congreso de la Unión, someterá a votación al interior de dicho órgano colegiado la prohibición de la asistencia de niños a los toros.

La iniciativa de la periodista, haciendo las veces de activista, pretende reunir dos mil 500 firmas para enviarlas a la comisión legislativa citada, a fin de que considere las peticiones ciudadanas que también se han manifestado en contra de la ridícula prohibición.

Imagine usted que un legislador le impusiera la escuela primaria a la que tiene que llevar a su hijo, solo porque cierta institución escolar le parece mala o porque no ofrece condiciones óptimas para su desarrollo, creo que la respuesta sería a todas luces de rechazo.

Es innegable que las corridas de toros representan un espectáculo sangriento, sería ocioso negarlo, sin embargo, es responsabilidad de cada padre de familia orientar –en este caso a sus hijos, sobrinos o nietos–, sobre lo que pasa no solo en el momento en que sale la bestia al ruedo, sino todo lo que conlleva la realización de una corrida de toros, novillada, festival, e incluso, hasta una capea callejera.

La mayoría de las justificaciones que se han presentado a través de la página de internet en la que se está recabando las firmas, van en el mismo sentido, ¡nadie tiene derecho a decirme cómo educar a mis hijos!

Mayor contundencia no podemos encontrar. Los legisladores tienen que valorar los argumentos de personas coherentes con su decir y su actuar. La educación de un menor no es inherente a su asistencia o ausencia a una corrida de toros.

Quizás la iniciativa responde a los ridículos argumentos que en múltiples ocasiones han presentado los radicales –y esos sí­-, violentos movimientos antitaurinos, en el sentido de que, aquellos niños que vayan a los toros, en la edad adulta serán personas agresivas y sanguinarias, falaz argumento.

En fin, así las cosas con los señores diputados que, más allá de combatir problemas como la trata de personas, acoso escolar o trabajo infantil, por citar algunos ejemplos, están tomando como rehén y bandera política, a una fiesta que, si bien es cruel, no les da la libertad de decidir sobre las preferencias y gustos de la gente que gusta de acudir a esos espectáculos, con la orientación y responsabilidad que ello conlleva.

 

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